Entre todas las situaciones complicadas que se están dando debido a la crisis sanitaria del Coronavirus, con un parón en seco de casi todos los ámbitos de la vida diaria, el religiosomuestra su perspectiva. Fernando Mateo, párroco de Cuéllar, se animaba ayer a compartir un rato de oración desde la iglesia de San Miguel de la villa, recordando a todos que la Cuaresma sigue a pesar de todo. En principio pretendía ser un vídeo para compartir entre los grupos cuaresmales de WhatsApp que primero compartió con una amiga monja y el Consejo Parroquial de Nueva Segovia, pero pronto, ella y sus mismos fieles le animaron a difundirlo; comprendieron que debía compartirse en Facebook y que sus palabras de calma llegaran lo más lejos posible.
Fernando reconoce que estar en casa puede hacer olvidar que estamos en Cuaresma, “porque estamos todo el día con el móvil, algo atontados”. Explica que el impacto real como párroco le ha llegado de golpe en los tres entierros que ha celebrado estos días, en Fuentes de Cuéllar y en la localidad. Asegura que este fue un momento de absoluta compasión y que es muy difícil pasar el trance “del hospital al cementerio, directos”. Cuenta que en el último apenas hubo siete personas, familiares directos, algo muy duro de ver.
Así está viviendo estos días, muy pocos aún, pero con muchas sensaciones; “el domingo fue un momento muy extraño”, reconoce. Las eucaristías se están celebrando a puerta cerrada en los dos conventos locales, el de La Concepción y el de Santa Clara, más la misa diaria de las 19.30 horas, en presencia de la sacristana, Sara; “siempre está al pie del cañón, y así no celebro la misa solo, no me gusta”. Sigue todos los protocolos marcados y para las hermanas de los conventos, asegura, tampoco está siendo fácil. “Están preocupadas pero han comprendido desde el primer momento que la misa debe ser a puerta cerrada, ellas son mayores”. El párroco afirma que utiliza gel hidroalcohólico -que finalmente ha podido comprar- y que usa antes y después de la comunión. Ha recibido uno elaborado artesanalmente, cuenta también. Explica que estos días, antes de las misas, se tocarán las campanas “para que la gente sepa que estamos en la eucaristía”. Ayer lo hizo a las 12 para rezar el Ángelus, con sus series de 24 toques. Parece que con estas medidas, las campanas vuelven a tener las funciones que tuvieron en otro tiempo, como un medio de comunicación directo para el pueblo, con su significado propio.
Fernando habla de toda la información que se recibe y se envía estos días, “por tantos flancos que no se sabe a cuál hacer caso”, y por eso llama enérgicamente a la prudencia; “va a evitar en este momento que mucha gente sufra más”, reflexiona. Reconoce igualmente la función social que desempeña la eucaristía: “Es el consuelo que ofrece la Iglesia en todo momento , la compañía en tantos lugares y a tanta gente, las miles de iniciativas que surgen de ella, ya sea de caridad, solidaridad… de la eucaristía sale el compromiso”, asevera.
El Párroco de Cuéllar cuenta que mantiene contacto con sus compañeros, el antiguo sacerdote de Cuéllar, Javier Martín, con quien intercambia opiniones. “Él también está celebrando misas a puerta cerrada, estamos todos igual, bajo este desconcierto”, reconoce.
UN MENSAJE DE ESPERANZA
Es evidente que son muchas las personas, sobre todo en la zona rural, para las que su único punto de encuentro diario era la eucaristía diaria. A ellas, Fernando Mateo se dirige desde la absoluta calma y con voz esperanzadora: “No tienen que tener miedo, han de ser prudentes e instalarse en esa precaución; esas personas saben lo que es rezar y confiar, esa es su tarea desde casa ahora”, explica con positividad.
Un mensaje y una imagen al día para aliviar la cuarentena
Apenas cinco minutos de vídeo, imágenes en el Altar Mayor de San Miguel y la voz del Párroco, han servido a muchos para desconectar de esta crisis y reconectar consigo, y las felicitaciones no se hicieron esperar. Es por ello que Fernando Mateo comentó la posibilidad de compartir estos días imágenes de tallas y algunas palabras. Dando vueltas a la idea en alto, tomó forma la posibilidad de acompañar esta cuarentena con las imágenes a las que los cuellaranos prestan devoción: Nuestra Señora de La Soledad, El Cristo de El Calvario, el tan alabado y venerado Niño Jesús de la Bola y algunas imágenes más que se encuentran en la iglesia parroquial de la ahora vacía Plaza Mayor.
Las palabras de Fernando, tanto en sus homilías como fuera de ellas, siempre reconfortan -así lo reconocen muchos-, así que acompañado de tallas tan queridas por los cuellaranos, la iniciativa puede ser un reducto de paz diaria para todos, la fuerza para llegar a la meta a través del escape más actual: las redes sociales y la tecnología, que tanto están ayudando estos días.
