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El Adelantado de Segovia

Memoria de antaño

por Pablo Martín Cantalejo
30 de marzo de 2021
en Tribuna
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Modelos de defensa

La última curva

Allá por la década de los 40, del pasado siglo, cada mañana del Viernes Santo se celebraba un Vía Crucis desde la iglesia de San Millán a los altos de La Piedad. Las diversas “estaciones” estaban señaladas por cruces de piedra de granito como las que todavía, afortunadamente, se mantienen en aquel recinto. El finado historiador segoviano Santos San Cristóbal escribió que todas estas cruces, excepto una, llevaban esculpidos los escudos de las órdenes religiosas o familias nobles de la ciudad que las donaron, junto a algunas frases referidas a cada una de las “estaciones” del Vía Crucis. El itinerario era muy apropiado para este tipo de ejercicios piadosos, por cuanto el terreno era abrupto, incómodo. Las exigencias urbanísticas fueron eliminando, poco a poco, las cruces, por lo que hubo que acudir a otras soluciones.

También queda como recuerdo de la Segovia de ayer y sus costumbres, la tradición de recorrer, en la tarde del Jueves Santo y en la mañana del Viernes, las “siete estaciones”, en otros tantos templos, para orar ante el Monumento, visitas en las que numerosas señoras y jóvenes lucían vestidos y mantilla negros. Todavía las mujeres no participaban en los cortejos procesionales de ambos días, y tenían que limitarse a acompañar a las imágenes de sus cofradías cuando eran subidas a la catedral y asimismo al regreso a la parroquia correspondiente. De ahí también que por entonces hubiera, el Martes Santo, un Vía Crucis solo para mujeres, que salía de la iglesia de Santa Eulalia con la Soledad Dolorosa, mientras que el Miércoles Santo el Vía Crucis era para hombres, que desde la iglesia de San Millán acompañaban al Cristo en su Última Palabra. Recuerdo, sin poder precisar el año, que un Viernes Santo se hizo una experiencia, consistente en una procesión exclusiva para señoras, que participaron en buen número luciendo también la clásica mantilla. No volvió a repetirse y todo quedó en un intento de continuidad.

En este repaso leve sobre episodios de antaño, hay que mencionar también como caso excepcional, que el año 1967 no participó en el cortejo del Viernes Santo la imagen de La Soledad al pie de la Cruz, de Aniceto Marinas, debido a que los técnicos aconsejaron no moverla del altar por posibles daños que pudieran producirse en la escultura de madera. La imagen no volvió a salir el Viernes Santo hasta diez años después, en 1997.

En estos días puede visitarse, en el claustro del Seminario, una interesante exposición de 13 dioramas sobre escenas cumbres de la Pasión, realizados por la Asociación Complutense de Belenistas de Alcalá de Henares, junto a una valiosa colección de sargas procedentes de varias parroquias de esta Diócesis. Las sargas están pintadas generalmente en tonos negros, aunque en algunas se conserva cierta tenue coloración, y representan también diversos momentos de la Pasión de Cristo; permanecían en las iglesias durante todo el tiempo de Cuaresma cubriendo cada altar mayor, lo que puede dar idea de su gran tamaño, y como buen ejemplo está la de la iglesia de San Eutropio, en El Espinar, que mide 15 metros de alto por 5 de ancho y fue realizada por Alonso Sánchez Coello, pintor de cámara de Felipe II. Todavía en la mayoría de los templos pueden contemplarse, en las bóvedas, las argollas utilizadas para suspender las pesadas colgaduras.

Mis primeras experiencias en la Semana Santa datan de 1948, cuando en las Congregaciones Marianas decidimos participar en la procesión del Jueves Santo, y lo hicimos con una imagen de Cristo que se venera en la iglesia de San Miguel. Eran entonces tiempos difíciles y de carencia en muchos aspectos, por lo que generalmente las túnicas de los cofrades eran muy modestas, salvo algunas de las cofradías ya con solera. En distintos años acompañamos otras varias imágenes, hasta que en la procesión del Viernes Santo de 1953 portamos la bella imagen del Cristo de San Marcos, que poco antes habíamos “descubierto” en dicha iglesia, a la que algunos congregantes acudíamos los domingos a dar catequesis. La imagen, trasladada a la residencia de los jesuitas, entonces ubicada en lo que hoy es Centro de la UNED, fue contemplada por las hermanas Teodora y Cándida Zuloaga, que vivían en la antigua iglesia de San Juan de los Caballeros (que fue taller de su padre Daniel Zuloaga), y nos pidieron ser ellas las encargadas de la limpieza del Cristo, admiradas de la belleza de la talla.

Otro recuerdo: La única retransmisión que TVE ha realizado de nuestras procesiones. La idea partió del entonces gobernador civil, Adolfo Suárez, y TVE me encargó los correspondientes guiones, que se siguieron en las tardes del Jueves y Viernes Santo de 1969 a través de las cámaras instaladas en el Azoguejo. Santiago Vázquez, que durante años anteriores fue locutor en Radio Segovia, hizo la retransmisión, registrándose en esta ocasión un episodio curioso. Como en aquellos años no eran muchos los penitentes en estos cortejos, se pensó que, como las imágenes eran en blanco y negro, sería conveniente alargar el paso ante las cámaras lo previsto para el tiempo calculado por TVE para las retransmisiones, y que una solución podía ser (y así se hizo) que un grupo de cofrades, al llegar a la Casa de los Picos, saliera del cortejo y por la calle del Obispo Gandásegui volvieran a sumarse a la procesión a la altura de la plaza del Conde de Cheste, frente a la Diputación. La cosa, afortunadamente, salió bien, y quedó como una anécdota más de nuestra Semana Santa, hoy declarada de Interés Turístico Nacional, gracias al empeño de la Junta de Cofradías y a su buen trabajo de solicitud, que contaba entonces como presidente al gran amigo José Luis Huertas San Frutos, lamentablemente fallecido hace pocos días.

Estas breves anotaciones pueden servir al amable lector para recordarlas, si vivió aquellas épocas, y a quienes no, a considerarlas como curiosas anécdotas de nuestra Semana Mayor, cuya historia está muy bien reflejada en el libro “Historia de la Semana Santa segoviana”, de Mercedes Sanz de Andrés.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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