Jesús Velasco ya sabe lo que tiene entre manos, y no puede estar disgustado en exceso con lo que hay. El Caja Segovia que ha cogido el técnico toledano, el que le legó un Miguel Rodrigo que disfrutó ayer en la grada antes de retornar a Japón con su familia, es un equipo extraordinariamente honrado sobre la cancha, que tiene impregnados en su camiseta los valores de la solidaridad y del compañerismo, y que, consciente de sus limitaciones, es capaz de camuflarlas bajo el manto del derroche físico extremo.
Las ideas del nuevo entrenador del Caja pudieron verse plasmadas sobre la cancha del Pedro Delgado en el encuentro frente al MRA Navarra, y la primera conclusión que se extrae es de que el sistema defensivo es prácticamente nuevo, con muchos ajustes que exigen un gran esfuerzo físico y de concentración, pero también con una serie de ventajas, como fueron los numerosos balones robados cerca del área visitante que se convirtieron en claras ocasiones de gol, desbaratadas por un Juanito que fue quien mantuvo dentro del partido al cuadro visitante.
Además, el Caja también mostró variaciones a la hora de manejar la pelota con respecto al año pasado. Siempre con apariciones en el centro, forzando el uno contra uno o el dos contra dos en banda cuando la ocasión lo requería, el equipo de casa dominó al MRA, que sólo se acercó a Cidao en dos acciones aisladas, la primera tras un error de David forzando una acción siendo el último jugador, y otra tras una buena jugada colectiva que acabó con un remate de Cuco fuera. Por contra, el Caja hizo dos goles, ambos con algo de fortuna ya que en el primer tanto Matías se encontró con un balón muerto dentro del área tras un córner, y en el segundo el remate de Alvarito golpeó en Ossorio antes de entrar, y se marchó al descanso con la tranquilidad que le dio no sólo el 2-0, sino la forma en la que la victoria se estaba produciendo.
Los defectos del equipo segoviano comenzaron a verse tras el descanso, cuando unos cuantos minutos de una cierta relajación terminaron con tres tarjetas amarillas, cinco faltas acumulativas con once minutos por jugar, un sinfín de balones perdidos, y un buen manojo de nervios cuando Robert hizo el 2-1 tras una buena acción de conjunto, y apenas quince segundos más tarde, empataba el choque culminando un vertiginoso contragolpe en el segundo palo tras una falta a Lin que solamente dejó de existir en los ojos (que posiblemente no en las conciencias) de los colegiados gallegos.
Después de nueve minutos enseñando los defectos, al Caja le llegó la hora de volver a mostrar sus virtudes, en esta ocasión cuando los espacios dan motivo de lucimiento a jugadores como Matías o Lin, aunque quien más rendimiento dio a los minutos más locos del partido fue Nano Modrego, que regaló el 3-2 a Lin tras un contraataque iniciado por Cidao, y anotó el cuarto gol de lanzamiento potente y raso, los que más daño hacen a porteros altos y grandes como Juanito.
Con el público (escaso) disfrutando con el equipo, Andreu se encontró con el palo en un remate que merecía el gol, y Kensuke se unió a la fiesta con el 5-2. Mostradas de nuevo las virtudes, el Caja se encomendó a la suerte en la defensa del portero-jugador, porque en algunas ocasiones los ajustes no fueron los adecuados. Le tocó a Cidao poner el muro en su portería, y lo hizo tan bien que puso de los nervios a un Javi Eseverri que lanzó un penalti dos metros por encima de la meta segoviana. Ayer el Caja Segovia mostró muchas más virtudes que defectos, y siempre que así lo siga haciendo terminará ganando más partidos de los que perderá.
