Desde hace más de medio siglo, cada 8 de diciembre Cantimpalos se transforma en escenario de resistencia, barro y épica: el Cross Internacional de Cantimpalos que este año celebrará su LIII edición. Una cita atlética que ha logrado abrirse hueco en el calendario mundial del campo a través, atrayendo a corredores de élite que saben que aquí no basta con las marcas de cronómetro, sino con la voluntad de hierro que exige el terreno.
Las condiciones no son fáciles. El frío segoviano se clava en los huesos como aguja fina, el viento sopla sin compasión en los descampados y el barro convierte cada zancada en un desafío. No es un estadio iluminado ni una pista de tartán pulida: es la meseta desnuda, convertida en juez implacable de la forma física y mental de cada atleta. Y sin embargo, quizá ahí resida el prestigio de la prueba, en esa dureza que pone a prueba la resistencia más allá del músculo, obligando a los corredores a competir contra la naturaleza y contra sí mismos.
El Cross de Cantimpalos es hoy una referencia internacional. Por sus caminos han pasado campeones olímpicos, mundiales y europeos, corredores africanos que han marcado la pauta del fondo mundial, y también españoles que encontraron en estas tierras una antesala de gloria. El listado de vencedores es un escaparate de la historia del atletismo de las últimas décadas, lo que otorga a la carrera una relevancia que trasciende lo local. En el calendario atlético, correr en Cantimpalos es una medalla de autenticidad.

Pero la cita no es sólo para los profesionales. Uno de los rasgos más singulares del Cross es la participación de los más pequeños. Desde categorías infantiles hasta juveniles, los niños del pueblo y de otras localidades cercanas se calzan las zapatillas y se lanzan al mismo circuito donde horas más tarde correrán los campeones. Para ellos, el barro, el frío, la lluvia o la nieve no son obstáculos, sino lecciones, descubrir que avanzar cuesta, que caerse y levantarse es parte del juego, que el frío se combate con voluntad y que, al final, llegar a la meta es una victoria personal. En un mundo donde el deporte infantil a menudo se convierte en simulacro cómodo, Cantimpalos ofrece la lección de la dureza real.
Quizá por eso, más allá de los titulares de la élite, el Cross tiene un valor formativo que la localidad defiende con pasión. Cada 8 de diciembre, Cantimpalos se reafirma como un lugar donde tradición y modernidad se cruzan: el pueblo del chorizo y de la resistencia, del sabor y del esfuerzo. Allí, entre barro y aliento, se enseña que correr no es sólo competir, sino aprender a vivir con la misma tenacidad con la que se enfrenta el invierno castellano.
