La implantación de la tecnología en los colegios es una realidad que pisa con fuerza en toda España desde hace años. Castilla y León se posiciona como líder en la estrategia de digitalización de los centros de educación y de acreditación de nivel de competencia digital de los docentes, siendo el curso 2018- 2019 especialmente relevante al adaptarse el procedimiento de certificación TIC a certificación Codice TIC, para la integración de las tecnologías de la información y la comunicación, de los centros educativos no universitarios sostenidos con fondos públicos de la Comunidad de Castilla y León. Avance que en estos cinco años no ha dejado de crecer ya que solo el curso pasado se evaluó con resultado óptimo, a 602 centros docentes de la Comunidad que recibieron dicha acreditación.
Con esta última convocatoria (2023-2024), y las realizadas desde el curso 2018-2019, el 100 % de los centros de Castilla y León que pueden adquirir esta acreditación lo han conseguido, es decir, un total de 1.208 centros, el 62 % de ellos en el medio rural. La mayoría, el 70% del total, se sitúan en los niveles 3 y 4; mientras que los 252 con el nivel 5 serán pioneros en la experimentación de nuevos recursos, investigación y metodología de la aplicación de la tecnología en el aula y la elaboración de materiales multimedia. La certificación de estos niveles tiene una vigencia de dos años.
Si se atiende a la provincia, se ha pasado de 27 centros segovianos que lograron el Sello Codice TIC en 2019 a los más de 70 que cuentan con él en la actualidad. Esto se traduce en una mayor presencia de pantallas en las aulas de los centros educativos. Este avance ha hecho que padres y profesores se replanten la necesidad del uso de estos dispositivos en las clases, ya que muchos de ellos piensan que el perjuicio que genera en los menores es mayor que el beneficio y que, en ocasiones, se pasa esto por alto debido a una falta clara de información.
Así lo expresa un padre en declaraciones a este periódico que ve como la ignorancia de determinados efectos constituye un obstáculo a la hora de usarlas de manera correcta “el problema de base en la digitalización escolar es que está aumentando de una forma muy importante la presencia de pantallas en las aulas para su uso, por parte de los alumnos sin que ninguna de las partes responsables en esta toma de decisiones se haya molestado en buscar información sobre las consecuencias de exponer a los menores a esas pantallas” asevera.
Educación
La carrera por la digitalización en las escuelas hace que se obvie por parte de los responsables de su implantación , los posibles efectos adversos y las consecuencias que pueden generar en los menores expuestos a las pantallas. Efectos como la adopción de conductas adictivas, el empobrecimiento tangible en el desarrollo y estructuración neuronal de los niños o las afecciones visuales, entre otros.
Se dan por sentado los beneficios de los medios digitales en la educación, pero se trata de buscar un equilibrio entre el uso y el abuso, y sobre todo saber en qué contextos se debe de dar cabida a los mismos. En caso de duda sobre posibles problemas en el uso de una tecnologia algunos expertos abogan por aplicar el principio de precaución e la Unión Europea que consiste en la postergación de la adopción de las tecnologías hasta que existan pruebas concluyentes a favor de su utilización.
“El uso del ordenador disminuye la comprensión lectora, la comunicación verbal, la capacidad de concentración, la atención y la memorización” esta afirmación la suscribe Javier Zarzuela Aragón, profesor con más de 37 años de experiencia y autor del libro ‘Stop TIC Infancia: Por qué desdigitalizar la escuela’. La secunda un padre de alumnos de primaria, que al ser preguntado sobre si cree que llegará el momento de que los ordenadores y tabletas sustituyan a los libros de texto, y si existe la posibilidad de un equilibrio entre lo analógico y lo digital en términos educativos responde que “un buen equilibrio entre el uso y el abuso de las pantallas debe situarse en un punto donde dichas pantallas sirvan para algo que no solo se pueda hacer sin ellas, sino que además suponga un valor añadido”, es decir, “limitarse el uso de pantallas a aquellas situaciones donde realmente aporten algo” añadiendo que “una educación con una carga digital innecesaria empobrece a los niños”.
En esta misma línea Nuno Crato, ministro de educación en Portugal entre 2011 y 2015, declaraba en una reciente entrevista al diario El Mundo que “los libros de texto son la introducción al mundo de la lectura inteligente, porque no solo se leen, sino que se leen para entender” añadiendo que “los alumnos aprenden mejor si leen algo que puedan tocar” y avala la conclusión de algunos estudios científicos que sostienen que “la lectura en papel es mejor que la lectura en pantalla”.
En Segovia hay centros que conviven con lo analógico y lo digital, otros sin embargo apuestan fuerte por la digitalización dejando en una posición complicada a algunos padres que no ven con buenos ojos la ‘obligatoriedad’ de trabajar con dispositivos. El debate se abre en una doble vertiente por un lado el perjuicio del abuso de las pantallas y por el otro tener que hacer frente a un coste económico por la compra de dichos dispositivos.
A este respecto uno de los padres preguntado sobre este tema, señala que en el colegio en el que sus hijos cursan primaria todavía no hacen un uso regular de las tecnologías en el aula, aún así “nos han pasado información de implantación de un sistema de digitalización de las aulas mediante el cual pretenden que todos los alumnos, a partir de quinto de primaria, compren el dispositivo digital que vende el centro, con las condiciones del centro y sin posibilidad de elegir entre libros o pantalla ni exponer objeciones a las injustas imposiciones del centro”.

Desdigitalización
Al contrario de lo que se pueda pensar hay países en los que han vuelto a la educación analógica después de implantar y utilizar medios digitales en las aulas. Es el caso de Suecia que tras 10 años de digitalización y después del último informe del Instituto Karolinska, y 10 años del Informe del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) a la baja, decidió hacer una inversión millonaria para volver a implantar los libros en las aulas.
Nueva Zelanda, es otro de los países que tras realizar la mayor inversión por alumno en digitalización escolar que se ha llevado a cabo en el mundo volvió, a los tres años de su implantación, a retomar los libros de texto como base de la enseñanza en las aulas al observar peores resultados en los alumnos.
Voces autorizadas de médicos especializados, pedagogos y expertos en la materia de digitalización saben sobradamente los riesgos que entraña la sobreexposición a estos medios. De hecho algunos centros aun habiendo recibido equipos informáticos de los fondos Next Generation los han guardado sin usarlos, plenamente conscientes del perjuicio que pueden causar a los alumnos.
Lo que queda claro es que no todo vale en el uso de la tecnología solo por querer ‘avanzar’ en la carrera digital. Hay que pararse e informarse. Escuchar a expertos y cuestionar el modelo pedagógico lejos de la fácil visión maniquea del problema. Se trata de aprender, y hacerlo con la mayor seguridad y eficacia posible.
“En las escuelas debería premiar la interacción humana”
Diego Hidalgo, promotor del Manifiesto OFF, explica los riesgos de la digitalización escolar
— ¿En qué consiste el movimiento por una escuela OFF?
—Se trata de una iniciativa que explica por qué el despliegue tecnológico actual en las aulas no es adecuado, por un lado, porque contribuye a la hiperconexión de los menores que ya pasan más de 5 horas de promedio con sus smartphones, y por el otro, porque no favorece una mejora del aprendizaje. Detalla los 12 problemas de la digitalización de la educación escolar (entre otros: son un puente hacia usos recreativos, no favorecen la concentración y la lectura en papel favorece una mejor comprensión lectora) y formula cinco propuestas como la disponibilidad de los manuales escolares en papel, que siempre sea posible hacer los deberes sin dispositivos o que la tecnología no sea un medio de estudio, entre ellas.
—¿Qué es el Manifiesto OFF, punto de partida de esta nueva iniciativa?
—El Manifiesto OFF se publicó a principios de este año y lanza una alerta a la ciudadanía y las autoridades sobre el modelo que predomina en el despliegue tecnológico actual, concebido en gran parte para explotar las vulnerabilidades humanas. Advierte de que el desarrollo de tecnologías cada vez más autónomas escapa a la comprensión de sus propios creadores y de la asimetría creciente entre estas y los humanos. Es una invitación a retomar el control de tal manera que la tecnología esté al servicio de nuestra especie y no al revés.
—Entre los firmantes, de muy variados sectores ¿Hay muchos docentes?
—Efectivamente. Aunque entre los cientos de firmantes están representados casi todos los sectores (científicos, filósofos, juristas, médicos, empresarios, representantes de grandes think tanks, etc.), comprobamos que muchos perfiles estaban ligados al mundo de la educación. Esta ha sido una de las razones por la que lanzamos la Carta por una educación OFF.
—¿Qué papel cree que jugó la crisis de la COVID 19 en la total implantación de sistemas digitales en casas y centros educativos?
—Cuando se cerraron los centros educativos debido al confinamiento pareció evidente que seguir haciendo clase por vías digitales era una buena idea. Y en parte lo fue si la alternativa era no hacer nada. Pero, por un lado, esto tenía que ver con un contexto muy particular, que no puede servir como modelo para pensar el sistema educativo de manera general. Por ejemplo, si no ves a tu profesor, el hecho que suba los deberes a una plataforma puede tener sentido; pero si lo ves a diario, es mejor si te los da y los apuntas tú mismo en una agenda porque te responsabiliza más y el hecho de escribirlos te ayuda a procesar mejor la información. Por otro lado, aunque en aquel contexto tuviera sus virtudes, esta digitalización se hizo de una semana para otra, sin medir bien sus riesgos y sin definir sus objetivos. Según la UNESCO, 39 de los 42 gobiernos que fomentaron la enseñanza online durante la pandemia favorecieron usos que vulneraban los derechos de los menores. Además, favoreció que estuvieran conectados de forma casi permanente (ya lo estaban durante gran parte de su tiempo libro), lo cual contribuyó al deterioro muy marcado de la salud mental.
—¿Cuál es el concepto ideal de colegio de cara al aprendizaje escolar y vital?
—Los centros escolares deberían ser santuarios en los que la tecnología digital entre de forma muy delimitada. En un mundo hiperconectado, deben ser lugares en los que premie siempre la interacción humana directa, tanto entre alumnos como con el profesorado. En un mundo en el que siempre existirá la tentación de pedirles a las máquinas que lo resuelvan todo por nosotros y en el que ya nos cuesta cada vez más prescindir de ellas para existir, el centro educativo es el sitio por excelencia en el que deben aprender a resolver problemas de forma autónoma y adquirir el gusto del aprendizaje como un fin en sí. La mayoría de las competencias necesarias para sacar el mayor provecho posible de un entorno altamente digitalizado se adquieren de forma óptima estando desconectados, no manejando con una tableta en las manos desde una edad temprano.
—¿Cuál considera que es el problema principal de la digitalización en las aulas?
—Si tuviera que resumirlo en uno, diría que fomenta desde una edad demasiado temprana una dependencia a la tecnología, justo en un momento en el que comenzamos a comprender el costo real de esta dependencia total. Pero más que un problema, son muchos problemas que, multiplicados entre sí, ponen de manifiesto que la premisa según la cual digitalizar es modernizar, y modernizar es mejorar, es errónea.
Uno podría no estar del todo de acuerdo con uno de los 12 puntos que destacamos pero cuando considera la suma de todos los inconvenientes que supone, el análisis coste-beneficio que siempre debemos realizar cuando desplegamos tecnología en un determinado proceso difícilmente invita a concluir que se trata de algo beneficioso.

—¿Existe el buen uso, o el uso correcto de los sistemas tecnológicos en aulas?
—Además de lo dicho, el uso correcto sería uno puntual en el que, de forma muy delimitada, tuviera un valor añadido evidente y en el que cada alumno no maneje su propio dispositivo durante una clase entera, salvo que este sea el objeto de estudio de esa clase en concreto. De manera general hay que tener cuidado con la expresión “buen uso” o “uso responsable de la tecnología” porque pone la carga de la responsabilidad en los usuarios, alumnos o profesores, cuando muchas herramientas están diseñadas de tal manera que el uso viene determinado por ellas sin que nos demos cuenta.
—¿Qué pasos habría que seguir para revertir la digitalización en los colegios? ¿Bastaría con la eliminación del aprendizaje mediante ordenadores o el arraigo de muchos niños a las nuevas tecnologías lo imposibilitaría?
—Muchas veces resulta incómodo admitir que lo correcto es hacer marcha atrás, especialmente cuando se ha realizado una enorme inversión. Algo similar está sucediendo en algunos sectores empresariales en los que se han digitalizado muchos procesos y ahora se dan cuenta de que los expone a vulnerabilidades importantes a nivel de seguridad y están volviendo a procesos más tradicionales en los que los humanos tienen que volver a desempeñar un papel. El arraigo de los niños a la tecnología digital no puede ser un argumento válido para decir que no existe vuelta atrás, si nos damos cuenta de que no les es beneficiosa.
—¿Cree que este movimiento OFF puede ser compartido por escuelas y hogares, es decir, que ambos agentes se necesitan para trasladar a los niños un correcto uso de las nuevas tecnologías?
— La comunidad educativa incluye a profesores y familias. Tanto el centro escolar como el hogar deberían ser lugares en el que los menores interioricen la importancia del OFF, entendido como la disciplina de delimitar muy bien los lugares en el que tenemos un interés en que entre la tecnología y dónde es mejor que se quede fuera. Lo que ocurre es que gran parte del entorno digital actual está concebido para estar siempre ON y requiere un esfuerzo cada vez mayor definir nosotros mismos la relación que mantenemos con la tecnología. Sin un alto grado de concienciación, los incentivos para establecer una distancia adecuada son escasos porque los beneficios que brinda la tecnología (eficiencia, inmediatez, distracción, etc.) son magnificados frente al coste que representa (dependencia, soledad, profundidad, etc.). Por tanto, como ya sucede en otros ámbitos como la alimentación en los que el proceso es similar existirá una brecha creciente entre las familias que tengan los recursos para educar al OFF y las que no. Esto hace aún más importante el papel de los centros escolares en este sentido.
