Todos los detectives son extraños. En el caso de Martin se podría decir incluso que tiene una doble personalidad. Él se considera “segoviano, muy segoviano” (parafraseando el estilo de “Bond, James Bond”) y, sin embargo, rechaza que acentúen su nombre. Es Martin, no Martín. Si alguien le llama Martín, se enfada.
Pues bien, el detective Martin ha vuelto a coger su lupa, con ánimo de resolver varios casos en su ciudad. Y ahora, Mateo Botas y Durango, pseudónimo bajo el que se esconden Francisco Rubio y César Fraile, han retomado su labor de fedatarios de las andanzas del intrépido investigador.
‘Un aire final’ es el título del libro recién presentado, con el que se cierra la trilogía iniciada con ‘Un aire mudo’, obra a la que dio continuidad ‘Un aire anunciado’. ¿En qué ha cambiado Martin a lo largo de los tres volúmenes?. Sus biógrafos creen que “en nada”, si bien estiman que la redacción de sus aventuras ha ido mejorando. “Yo creo —dice uno de los coautores— que algunos de los relatos de ‘Un aire final’ son de los mejores de la serie”. Él otro corrobora la tesis: “Modestamente, entiendo que nosotros hemos ido a mejor”.
La desordenada vida que se supone esconde todo detective se trasladó desde el principio al proceso creativo de Mateo Botas y Durango. “La verdad es que somos muy anárquicos”, reconocen al unísono. Unas veces uno arranca a escribir y el otro le corrige; en otras ocasiones es a la inversa… “No hay ninguna regla preestablecida en ese sentido”, confiesan. Escriben “cuando hay un hueco en las obligaciones”. Y les gusta lo que hacen. Por eso mismo no les cuesta, tras su trabajo diario (abogacía / labor formativa), sacar un rato para ponerse a redactar.
En cualquier caso, hoy se siguen sorprendiendo de su éxito. “A mí —dice uno de ellos— me continúa pareciendo un milagro que haya gente que compre nuestros libros y los lean”.
Mientras, Martin sigue a lo suyo, investigando. ‘Un aire final’ tiene cuatro relatos. Tres resultan claros, uno presenta un resultado incierto. “Nosotros dudamos de quien es el asesino”, afirman los autores en referencia a esa última historia.
Al parecer, Martin se va a tomar ahora unas vacaciones. O, al menos, no dejará que se de publicidad a los casos en los que anda trabajando. Eso no significa que vaya a desaparecer. Seguirá aquí, en Segovia, una ciudad en la que Mateo Botas y Durango estimaba que, por diferentes razones, “se necesitaba una serie de novela negra”. Sus calles, sus leyendas… lo pedían. Martin ha sido finalmente el personaje que encarna esa Segovia oscura y misteriosa. Mateo Botas y Durango, sus notarios.
