Tiene solo 23 años, pero su juventud no le ha impedido llegar donde otros se quedan atrás. Marta García es un ejemplo de amor al fútbol sala, de constancia y de sacrificio para conseguir los objetivos marcados. Gracias a ello, recientemente ha logrado el Nivel 3 de entrenadora, que titula a sus poseedores como técnicos Nacionales de fútbol sala.
¿Cómo fueron sus inicios en este deporte?
Llevo jugando al fútbol sala desde pequeña. Empecé con once años, después lo dejé, y más adelante volví a jugar, a la vez que entrenaba a un equipo prebenjamín del CD La Escuela junto a una amiga. Desde entonces me empezó a gustar entrenar, por lo que decidí sacarme los distintos niveles. El primero lo logré con 19 años, el segundo con 21, y el tercer nivel lo aprobé a finales del mes pasado, el 24 de julio. De todas maneras no he dejado de jugar, y actualmente soy jugadora del Segosala.
¿Por qué se decidió a ser entrenadora?
Porque me encanta dirigir a un grupo y enseñar todo lo que sé. De hecho estudié Magisterio de Educación Física. Por otro lado, el hecho de estar siempre cerca de entrenadores como José Venancio López, Miguel Rodrigo, César Arcones o Jesús Velasco me animó a aprender de ellos al verles entrenar todos los días al Caja Segovia.
Es toda una suerte contar con estos maestros.
Es verdad. En Segovia hemos tenido a los mejores técnicos. Verles trabajar te empuja a seguir adelante para ser mejor y lograr tus metas. Sin ir más lejos, en el curso de Nivel 3 hemos tenido a José Venancio López de profesor.
¿Que ha aprendido de cada uno de estos técnicos?
Miguel Rodrigo transmite mucha confianza con los jugadores, dejándoles actuar. Jesús Velasco busca la disciplina y que todo esté controlado. De Venancio he aprendido que hay que saber un montón de cosas y trabajar muchísimo para estar ahí arriba. Por eso sé que me queda mucho por aprender.
¿Y de César Arcones?
César me ha enseñado todo. Es la persona que más cerca he tenido y siempre me ha ayudado cuando se lo he pedido. También estoy en la escuela de porteros con él, y nunca dejo de aprender a su lado.
¿Cuál es su estilo entrenando?
Depende mucho de los jugadores que tenga, pero me gusta que la defensa presione para que la gente corra, luche y se sacrifique para así tener más oportunidades. Un ejemplo fue el Caja Segovia entrenado por Jesús Velasco.
¿Y qué tal le fue en los cursos?
En el primero aprendí lo básico. El segundo me gustó más, porque los compañeros me ayudaron mucho, aprendes muchas más cosas y los profesores son de un gran nivel, como Andrés Sanz o Carlos Sánchez Rozas. Finalmente, el del tercer Nivel fue el con que más disfruté porque, aparte de la calidad del profesorado y de las instalaciones de Las Rozas, los compañeros eran increíbles. Ha sido un mes muy intenso, pero a la vez agradable y fructífero.
Usted sería una de las más jóvenes del curso, ¿verdad?
Había un chico más joven que yo, pero lo que sí puedo decir es que fui la única chica.
¿Por qué cree que hay pocas mujeres entrenadoras de fútbol sala en España en equipos masculinos?
Quizás todavía existe la idea de que una mujer entrenando a hombres es algo extraño, y que no va a dar la talla. Cuando pasen los años se verá que esto no es así, y que no debería ser raro. A lo mejor en unos años lo veamos normal, pero es complicado. En mi caso, que he entrenado a cadetes y a juveniles, siempre estás vigilada desde la grada por el simple hecho de ser una chica.
A pesar de los éxitos y de la calidad de los equipos y de la Selección, ¿piensa que sigue estando poco valorado el fútbol sala femenino en nuestro país?
Al igual que ocurre con casi todo el deporte femenino, está un poco olvidado. Pero la Selección Española femenina da valor al fútbol sala, y eso se nota en los clubes. La pena es que, por culpa de la crisis, muchas jugadoras españolas se están yendo al extranjero.
¿En qué banquillo se ve en un futuro?
Me gustaría estar entrenando en la élite, pero sé que me queda mucho camino por recorrer para llegar a la División de Honor femenina, o a la Segunda masculina… De momento estoy con los prebenjamines, pero aún me queda tiempo por delante y soy paciente. Además, también quiero seguir jugando.
