Marisol Garzón Simón lleva toda su vida trabajando en Navas de Oro para salir adelante. Pero ya le ha llegado la hora de jubilarse, la dueña de Multiprecios Marisol no quiere dejar que su tienda muera y por ello busca traspasarla, cree que con las ayudas que se dan hoy en día a los emprendedores en pueblos pequeños alguien puede vivir de su tienda como lo ha hecho ella toda la vida.
Marisol, ¿cuándo comenzó tu negocio?
Pues mira, es que yo empecé en el año… a ver, tengo que hacer cuentas, en el año 86. Y yo lo que tuve fue un bar primero, y luego puse la tienda. Y la tienda la puse en el año 88. Me desplacé, no empecé aquí, estuve en un sitio, luego en otro, y al final acabé aquí donde me ves
¿Qué fue lo que te motivó a abrir?
Primero la necesidad. La necesidad porque no tenía trabajo, yo tenía dos hijos, estaba separada, divorciada. Y lo que te obliga es la necesidad. Porque a mí no me apetecía pasarme la vida fregando casas. Cuando una persona no tiene una preparación, no tiene nada, pues no puedes acceder a muchas cosas, ¿no? Y dices, bueno, pues hay que romper por algún lado. Y el primer préstamo que pedí me lo cobraron al 18%. ¿Sabes lo que es eso? Pues es una barbaridad, y así he vivido. A base de préstamos en un principio, y ya conseguí comprarme mi casa, que como ya te digo puse las tienda abajo, aunque se quedó pequeño.
Porque hoy hay muchas ayudas de todo y por todo, pero entonces no había nada, de nada, ¿sabes? Y yo vivía con mis padres, y mis padres me han echado una mano en lo que han podido a la hora de criar a mis hijos. Pero económicamente mis padres tampoco podían ayudarme. Antes había más gente emprendedora, pero es porque teníamos que comer.
¿Cómo han cambiado las cosas desde que abriste hasta ahora?
Pues lo primero y principal, que los pueblos pequeños como el mío vivíamos de los vecinos del pueblo. Hoy ya no vivimos ni de eso, porque internet nos ha hecho muchísimo daño. De todas las maneras, sí que es verdad que las tiendas de pueblos siguen gustando porque la relación es personal ¿sabes? Yo conozco a todas mis clientas y lo que les gusta y lo que no les gusta.
No empecé vendiendo esto, yo empecé vendiendo zapatillas y bolsos y complementos, ¿sabes? Yo necesito que quien que me ha comprado una vez vuelva otra vez. Porque yo no vivo de la gente de los pueblos de al lado, vivo de mi gente de aquí. Yo no me puedo permitir el lujo de perder clientes. Entonces lo que necesito es que cuando alguien entra, salga contento.
Tú te vas a una ciudad y el trato es impersonal. Nadie sabe… es verdad que muchas veces no quieres que te molesten. Pero a la hora de la verdad, pruébate estas zapatillas, que estas zapatillas son cómodas, que ya verás cómo te van a gustar…
¿Cuál es el impacto de negocios como este en el medio rural?
El tener tiendas como estas en un pueblo como Navas de Oro implica que las personas mayores, que no todas disponen de un vehículo, puedan comprar. Es necesario el comercio de cercanía. Es que le necesitas para cualquier cosa. Ahora mismo yo estoy viendo estos días que ya me faltan muchas cosas. Ha venido esta mañana un chico, un tendedero, pues no me queda; unos palitos de los polos de los niños para hacer manualidades, pues es que ya no tengo. Y ya tiene que cogerse el coche.
O sea, el comercio de cercanía es súper necesario. Porque es que a medida que se van los servicios… es verdad que esto es una pescadilla que se muerde la cola. Cuanta menos gente hay, menos servicios. Menos servicios, menos gente. Es que esto es así. Pero que es una pena porque es que hay muchísima gente, mujeres que viven solas. Aquí hay muchas, muchísimas viudas y hombres también. Pero los hombres, por lo que sea, la mayoría en esa época son los que conducen, por decirlo de alguna manera. Ya en mi generación no, por supuesto. Pero la gente mayor, que este pueblo es un pueblo envejecido, pues que no haya comercios de cercanía les hace puré.
El tener una serie de servicios diarios, que puedan venir a por un estropajo, es muy importante para ellos. Y esto se acaba, es muy triste, pero es que es así.
¿Qué le dirías a todas las personas jóvenes que buscan emprender en pueblos pequeños?
Yo lo único que les puedo decir es que, para adelante, para adelante y para adelante. Que no creo que por muy mal que estén las cosas ahora estén como estaban hace 30 años cuando yo empecé.
Que hay muchísimas maneras. Yo no he llegado nunca a tiempo de una ayuda ni para emprender. Pero es que hoy sí que las hay, y se puede vivir de esto. Es un medio de vida perfectamente. He criado a mis hijos, he dado carrera a mi hija, he hecho mi casa, tengo mi coche. No soy una persona millonaria, pero vivo bien.
Entonces sí que se puede vivir de un comercio como este.
Imagínate que esto lo tuviese una chica, que tiene su familia, tiene sus hijos. Primero, el horario es súper flexible. Tienes niños, puedes llevar a tus niños a la escuela, ir a recogerlos, porque el horario te lo permite. Y si tienes tu pareja y trabaja, vais a vivir como dos reyes. Si he vivido yo sola y he conseguido mis metas, pues es que se vive de ello.
Es verdad que tú no te puedes limitar en una tienda a vender solo una cosa. Debemos tener de todo. Tener un pantalón, poner una pila en un reloj… Pero vive y se vive bien. Y lo sé porque yo he vivido.
¿Cuáles han sido tus mayores desafíos?
Hombre, así de primeras siendo un negocio nuevo, y aunque es un pueblo pequeño y nos conocemos todos, la confianza. Que la gente confíe en ti y en tus servicios, pero eso va de la mano con cómo seas, con que tienes que ofrecer un buen servicio, personalizado, cercano, amable… pero con el tiempo te haces a tus clientes siempre que vayas con la verdad y la buena intención por delante.
Y ahora ya buscas el traspaso porque vas a jubilarte, ¿cuándo llegara ese momento?
Si Dios quiere el 20 de agosto.
¿Qué sentimientos te genera la jubilación?
Cerrar una tienda a mí me da muchísima pena porque aquí lo que se cierra ya no se abre. No hay relevo generacional. Ha venido gente a preguntar, yo me he ofrecido a enseñarles, asesorarles, a ofrecerles todo lo que son mis conocimientos, que ellos saben que conmigo no iban a tener ningún problema, que yo echo una mano a cualquiera, y eso es lo que me da pena, que no haya gente, que estamos todo el mundo quejándonos de que no hay trabajo, pero luego nadie trabaja en cosas como esta. Una persona que ha hecho una carrera, entiendo que lo que quiere es vivir de su trabajo, que por eso lo ha elegido, porque le gusta, ¿no? Pero cuánta gente hay que no tiene una preparación de ninguna clase y prefieren estarse en casa haciendo nada porque les cae una pensión.
Aquí que se cierre un bar, como el que se cerró en la plaza, que tenía libertad para los niños, que ahí pueden correr todo lo que quieran, sin peligro de coches. Se ha cerrado y ya no se ha abierto. Se ha cerrado la ferretería, se acabó la ferretería. Y ahora voy yo. Y detrás irá el de la tienda de tejidos.
Pero no veo yo iniciativa en la gente joven, es que no la veo. Vienen a preguntar como que quieren trabajar, y cuando yo le he dicho a una persona, tú no te preocupes que yo te enseño a poner la pila en los relojes “Ah, yo eso no lo voy a hacer” Pero bueno, estamos tontos. Pero si te queda un margen impresionante en una pila. ¿Cómo no vas a poner pilas?
Así que me da pena, porque cuando se cierran los negocios en lugares como este, ya no se vuelven a abrir.
Después de tantos años, ¿Qué es lo bueno que te ha dejado a ti la tienda?
Yo he tenido siempre, de toda la vida, una vocación de servicio público. No sé si me explico. Que yo necesito, para yo sentirme bien, sentir que soy útil. ¿Y cómo soy útil? Pues bueno, pues esto es un medio. Pero aparte de eso, me da la ocasión de relacionarme con personas. Yo necesito saber que mi trabajo vale para algo ¿sabes?
Finalmente, después de tantos años, ¿cómo quieres que se te recuerde?
Yo lo que quiero es que se me recuerde como La Marisol. Porque yo no soy Marisol. Eso es muy genérico. La Marisol soy yo, no hay otra.
En caso de que alguien estuviera interesado en coger la tienda pueden contactar al número 654 35 38 57
