Cuando me pongo a hilvanar estas cuatro líneas y media siempre, pero siempre, pienso en cómo será el ‘abrochabotones’ final. Seguro estoy que esto sólo me ocurre a mí. Claro, me digo, si comenzará a escribir de abajo arriba… no lo he intentado, pero podría ser una opción. Mientras me decido, coloco a continuación noticias referidas al siglo XX, y si siguen el hilo encontrarán el final. Eso es de lo único que estoy seguro.
Una de impuestos
Reunión -27-1-1932-, en Comisión Permanente del Ayuntamiento de la ciudad. Entre otras cuestiones de menor cuantía debaten y aprueban el pliego de condiciones para ‘el arriendo en subasta pública de la recaudación por instalación de mesas de calle, puestos públicos y sillas’. Para ello, establecen los siguientes precios: por mesas de café instaladas en la calle, 10.000 pesetas; por instalación de puestos públicos de venta, 19.000 y por colocación de sillas en vías públicas, 600 pesetas. Transcurridos muy cerca de sesenta años –referencia 1990-, los hosteleros segovianos anunciaron medidas de protesta ‘si no se llega a un acuerdo con el Ayuntamiento respecto al nuevo impuesto de terrazas’.
En el referido año los precios se fijaron en 5.000 y 10.000 pesetas/año metro cuadrado según zonas. En un posterior pleno del Ayuntamiento, fue el equipo de gobierno el que intentó modificar la Ordenanza para rebajar los referidos precios. En la votación se necesitaban trece votos a favor. Fueron doce. Había votado en contra un ex alcalde. El mismo que entró diciendo que votaría a favor.
Los empresarios de hostelería continuaron presionando y dos meses después fue atendida su petición. Con lo que se viene a demostrar que los impuestos –hasta por respirar-, no son de ahora y continuarán siéndolo mañana. Los que cobran lo hacen porque la ley les obliga; los que pagan lo hacen porque les obliga la ley.
Barral, acuchillado
Confieso que esta noticia no la conocía. Sucedió en Madrid a mediados de diciembre de 1931. El escultor sepulvedano Emiliano Barral, que entonces tenía residencia en la capital, resultó herido grave tras sufrir un asalto en pleno calle por tres individuos que lo atracaron para robarle. A resultas de la herida estuvo internado en el hospital ‘Santa Sofía’, de Madrid hasta mediados del mes de enero de 1932. De ahí pasó a su domicilio en el que permaneció convaleciente durante un tiempo.
Estadística con humo
A finales del año 1931, el que durante muchos años fue el representante de Tabacalera en Segovia, Mariano Cereceda, reunió a los informadores de la ciudad para facilitarles unos ‘curiosos’ datos. Así, se enteraron que en Segovia, capital y provincia, se habían recaudado por venta de tabaco, 2.017.245,10 pesetas. Un ‘pastón’ para aquellos años en los que se fumaba no mucho, muchísimo. El señor Cereceda dejó constancia que el ‘grueso’ de los fumadores provenía de la ‘clase media y proletaria’. Vamos, los que tenían ‘prohibido’ –sobre todo por su precio-, fumar puros. Y es que, ya fuere ayer u hoy, siempre hubo clases.
Historieta
Puede que no lo sepa ‘to’ el mundo. Por ello ahora voy, lo ‘casco’ y pregunto ¿Cuantos saben de dónde le llegó el nombre a la Finca de Quitapesares? No veo ninguna mano alzada. Puede que el que lo sepa no pudo venir a la reunión. Pues… tiempos hubo en los que la referida finca fue lugar de recreo escogido por la Reina Regente, María Cristina, que en el lugar intentaba mejorar de sus constantes depresiones… O puede que ‘tapar’ sus amores con un soldado de la guardia del Rey. De ahí nació el nombre de Quitapesares.
Preguntas sin respuesta
El Instituto Nacional de Previsión, sede de Segovia, se inauguró en 1950. Estaba ubicado en el caserón –ahora solitario y sin saber la Administración qué hacer con él-, en la Plaza Reina Dñª Juana (antes de Las Arquetas) y a tiro de piedra del Palacio de Enrique IV, que si bien se sabe que está ¿sabe alguien para qué?
Regresando a lo del INP. En su inicio de actividad se atendían en el lugar las siguientes consultas del Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE): medicina general, oftalmología, traumatología, pediatría, ginecología, pulmón y corazón, odontología y neurología. Vamos, un pequeño hospital/ ambulatorio que, en los supuestos de gravedad, se remitía al paciente al cercano hospital ’18 de Julio’, luego Policlínico.
Otro ‘que tal baila’. ¿Qué planes tiene la administración autonómica hoy para el Policlínico de ayer? Pero ¿hay algún plan? Las persianas están bajadas ¿será sólo para que no entre la luz? La verdad, me digo, no sé por qué escribo de estas cuestiones cuando a quienes –políticos ellos/as- debía importar y…
Dos robos, dos
Marzo de 1990. Dos jóvenes, exhibiendo sendas pistolas, entran en la sede de Caja Rural de la capital. Después de amenazar a los empleados y encerrarlos en el sótano, consiguen llevarse un botín de cinco millones de pesetas. No digo la huida fuera rocambolesca, pero el medio de transporte que utilizaron para montar sus cuerpos, el armamento, los ‘cinco’ kilos y las pistolas fue una moto ‘Vespa’. Hay chapuzas que acaban bien.
Otro de los robos, éste en la calle Real, entre Corpus y Juan Bravo, sucedió en uno de los más tradicionales comercios segovianos: ‘La Gafita de Oro’. En esta ocasión fueron dos mujeres las que entraron en la tienda y, sin mediar amenaza alguna, ‘tomaron’ en sus manos dos mantas de joyas huyendo a pie. No fueron encontradas.
La sanción del crucifijo
La referencia es de febrero de 1932. El Adelantado informa que en el colegio –grupo escolar- Colmenares han retirado los crucifijos de las aulas. A la noticia, totalmente cierta, se agrega un comentario sobre el hecho. Ello fue suficiente para que el señor gobernador, cumpliendo con las leyes establecidas por la República, impusiera una sanción económica de 500 pesetas al periódico, completando con una ‘velada’ advertencia: ‘si reincidente fuere se suspenderá temporalmente la publicación’.
