La ‘Marcha de música en luna llena’ ha resultado ser un éxito de participación y organización que anuncia, por imperativo de demanda, nuevas ediciones. El paseo entre luces del día y de la noche de verano, siluetas por lomas y llanuras y sonidos de la naturaleza fue compartido por cerca de un centenar de personas de distintas edades que se aliaron en el paso para cumplir el recorrido de once kilómetros, con música y comida incluida.
Como crónica del paseo, el coordinador de la marcha Juan José Alonso relata que tras dejar cosechadoras y luces artificiales “el camino se hace profundo y nos deja a solas con la luna, cara a cara; en esos momentos ya no hay otra cosa que mirar, ha sido el momento de la presentación, se siente una paz interior hasta llegar al altiplano y en ese instante la sierra del Guadarrama se convierte en bandeja y nos sirve luna regada de estrellas para toda la noche”.
Una hora después del inicio del recorrido “al amigo amigo Feliciano acompañado de Miguel y Héctor” esperaba a los caminantes junto a la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, con guitarra, almirez, pandero, arrabel, hoz, cántaro, tabla de lavar y mortero. “Con todos estos instrumentos musicales y artilugios, más la voz de Feliciano, nos deleitaron con música y canciones tradicionales, eso sí, mientas nos comíamos el bocadillo de jamón con tomate dentro de pan rústico”.
En la segunda parte de la marcha, los senderistas nos echan la luna a la espalda y van en busca de los horizontes de partida, recorrimos antiguas casillas y entorno de huertas. “La luna juega y se esconde entre los pinares, mientras, llegamos al camino por el que ascendimos a una nueva loma, desde donde divisamos el punto de partida con otra silueta”, recuerda Alonso.