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Manuel Fernández Fernández – Reforma educativa, u obsesión laicista

por Redacción
20 de diciembre de 2018
en Opinion, Tribuna
MANUEL FERNANDEZ FERNANDEZ
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Luis Mester

¡Aquellos trenes de vapor!

LA UE Y EL INDULTO A PUIGDEMONT

Parece como un tic nervioso que al llegar a Moncloa los del puño y la rosa, para legislar, y gobernar – es un decir-, en vez de ingeniarse novedosas leyes y normas de gobernanza, hayan de borrar las anteriores que funcionaban con eficacia, o al menos con la deseable y plausible, justa y necesaria, normalidad, es decir, no romperse la cabeza legislativa pariendo y aportando creativas leyes, sino dando la vuelta a las resultonas; tal es el caso de la desafortunadamente gestada y peor aplicada y mucho peor denominada ley de la “Memoria Histórica”, por muchos conocida como “histérica”, que nos dejó como ópera prima de su (des) gobierno, haciendo borrón y cuenta nueva de la desde 1977 acordada por “todos”, Ley de la Concordia, ocurrencia del ínclito Zapatero, eminente “politólogo” que dio alas a los rupturistas catalás, prometiéndoles que firmaría todo lo que acordasen, y ahora nos sale con que “no son golpistas”… Bueno, tampoco es que D. José Luis sólo nos dejase la rencorosa “memoria”, que también endiñó a Rajoy supersónicos guarismos en economía al límite del “rescate”, desempleo, impuestos etc. Pero lo que parece de obligado cumplimiento a cada toma de “promesa” legislativa, es el lema de “a la religión católica ni agua”.

Ahora el sorpresivo, y espero que fugazmente interino, inquilino de Moncloa, que parece no aprender ni de sus errores, del sí es sí, o no es no, tal vez por esa doble personalidad que nos reveló su ministra señora Calvo, diversa u opuesta, la de presidente y la de antes de serlo, el tiempo que le dejan libre sus frecuentes desplazamientos familiares con amplio despliegue de personal y vehículos, o en diversas aeronaves , se ocupa y preocupa por voltear la anterior ley de educación, conocida como “Ley Wert”, oficialmente denominada LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa), cuyo principal empeño lo pone en la supresión de la enseñanza religiosa, pues viendo fracasada, perdido fuelle, o tomando fuerzas para reiniciar su obsesión de pasear al difunto Generalísimo, le queda la ilusión de defenestrar la enseñanza religiosa, base de la cultura occidental y de la historia universal.

No voy a comentar demasiado lo referente a la pérdida de estímulos y del valor del esfuerzo que supondría la sugerida propuesta de suprimir las reválidas, esas pruebas que al final de cada ciclo comprueban que se han superado y conseguido los objetivos de cada tramo educacional y poder pasar al siguiente con las suficientes garantías de éxito por madurez y conocimientos, como se propone dar el título de bachiller sin haber superado todas las materias de la ESO, pues en el fondo del cambio en lo que se pone mayor énfasis es en las zancadillas a la enseñanza religiosa, para la que se pretende que no tenga valor académico, no haya asignatura alternativa, y poner todas las trabas a los centros concertados, a los que “ni agua”, incluyendo el totalitario régimen de presencia de “comisarios políticos” en sus Consejos Directivos…

Sobre la pretendida mayor incidencia del castellano en las Comunidades bilingües, Cataluña, Valencia, País Vasco, o Galicia, no es para nada necesaria nueva legislación, sino hacer cumplir la vigente, tan evidente y chulescamente vulnerada. Claro está que el idioma castellano, o lengua de “todos” los españoles, “todos tienen el deber de conocerla y el derecho de usarla”, para lo cual la enseñanza de nuestra lengua ha de ser de obligado cumplimiento en las condiciones que marca la actual ley educativa, amparada por la propia Constitución.

Sobre la supresión de las reválidas, propósito que defienden alegando que suponen una selección de la élite y una discriminación, pretendiendo una regalada igualdad entre los que se esfuerzan y los que se relajan, decir que lo que hace cada examen final de ciclo es comprobar que se han logrado sus objetivos, y está preparado el alumno para iniciar un nuevo tramo educativo. Mirar para otro lado, regalando ciclos alegando que es frustrar al alumno que no los supera es frustrar al esforzado, nivelando por abajo, como dar el chupete para que no llore el peque, y chupete parea todos, pues las reválidas no son regalo ni obra de caridad, sino un test de evaluación, de medida, de comprobación, seriedad de merecimientos para obtención de titulaciones, para no devaluar la valía y el esfuerzo, y no llegar al vergonzoso chalaneo que estamos viendo entre universidad y políticos, alguno muy significado, pareciendo alguna Universidad tienda en tiempos de rebajas, o las festivaleras tómbolas del “Cachichi”.

Si no comprobamos que en cada final de ciclo se han logrado los objetivos propuestos y repartimos títulos como sistema igualitario estaremos premiando la vaguería y desinterés, pues el examen final de ciclo, no es nada diferente a lo dado en ese ciclo, sino la constatación de su superación, que yo, llevándolo al campo deportivo, aspecto así mismo educativo, comparo al ciclista al que el equipo, los llamados gregarios o “aguadores”, lo llevan arropado en el pelotón, pero si al final él no vale, o no está preparado, ese esfuerzo final del sprint no lo superará, y cuando lo dejan para que sea él quien se esfuerce y demuestre su preparación se hundirá, o logrará la merecida victoria.

Tal vez los socialistas vean conveniente nueva ley porque la actual en su coto andaluz no ha resultado demasiado exitosa, pues lo que ellos han querido ver, o significar, como agravio a los niños andaluces al decir que los niños andaluces de 10 años tienen el nivel de los castellano y leoneses de ocho, no es más que constatar su bajo nivel de logro de la ley (LOMCE) de la que tan buen concepto tiene en la UE tomando su aplicación en la comunidad castellano y leonesa.

Tal vez si se hubiesen observado más exactamente y hecho cumplir con exigible mayor rigor, las vigentes leyes educativas, se hubiese evitado la cadena de ceses de destacados políticos, y el mismo presidente no sería “Doctor” Sánchez, que las titulaciones hay que sacarlas con esfuerzo y valía, y el fracaso escolar no es que haya menos titulados o que muchos escolares no culminen sus estudios, sino que lo obtengan sin la preparación suficiente demostrada en los diferentes exámenes de cada etapa. No se trata de titulitis o guarismos para las estadísticas, sino de realista superación de los objetivos educativos propuestos.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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