Permítanme que me haga eco de la viñeta del dibujante del diario ABC y de La Verdad de Murcia, José Manuel Puebla, en la que se observa cómo el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se encuentra paseando, y a su paso le sale Pinocho, que con una reverencia le dice “maestro”. ¡Qué genialidad¡ ¡Qué definición!
“Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”. “Una mentira mil veces repetida se transforma en verdad”. Esto decía Joseph Goebbels que ocupó el cargo de ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, e íntimo colaborador de Hitler.
Parece que algunos se han apropiado literalmente de sus frases y las han aplicado. Sánchez nos muestra su verdadera cara política. Ha convertido la mentira en su forma de gobernar. Es el Gran Maestro de la mentira política española de hoy. Cualquier excusa es buena, la idea es quedar bien y luego hacer lo contrario. Donde dije digo, digo Diego.
Y no es que Sánchez utilice el arte de la mentira política como forma de ocultar la verdad al pueblo por su propio bien, engañarlo para salvaguardarlo, como forma de reflexión política que se practicó desde la República de Platón hasta ‘El Príncipe’ de Maquiavelo haciendo creer al pueblo falsedades saludables con vistas a un buen fin. ¡No! No llega a tanto. Simplemente miente, miente por convicción y por ansias de poder.
Si el padre de la mentira es Satanás y Sánchez utiliza la mentira como instrumento político para mantenerse en el poder, se convierte en su discípulo.
La mentira tiene las patas muy cortas y utilizarla como engaño tiene fecha de caducidad. Al final todo acaba por descubrirse y la confianza se quiebra y por tanto muere para siempre.
Hoy Sánchez es un artista de la mentira, y de momento le mantendrá en el poder, pero pronto se convertirá en presa de su engaño y acabará siendo recordado como Pedro Mentiras, maestro de Pinocho.
Sigo sin comprender como su ex jefe de Gabinete, Iván Redondo, manifestaba que practicaría “barranquismo” por su presidente. Eso sí, lo hizo antes de ser cesado y a sabiendas de las prácticas de Sánchez. Esto me hace sospechar que dichas prácticas parecen ser contagiosas y ya hasta el menos pensado hoy en día te miente por egoísmo y puro placer. Puede hasta que mentir se haya convertido en una nueva forma de placer hedonista.
Pero claro, para llevar a cabo este proyecto de mentir, deben cumplirse determinadas condiciones: Hay que poder contar, ante todo, con una masa de crédulos dispuestos a repetir, difundir y diseminar por doquier las falsas noticias que otros hayan inventado. La función transmisora de los crédulos e ingenuos resulta indispensable ya que “no hay ningún hombre que con mejor suerte suelte y propague una mentira como el que se la cree”. Es necesario hacer de la mentira obligación y producir mentirosos imperturbables, que mienten mejor que respiran.
He aquí entonces saber la distinción entre la verdad y la mentira, información o intoxicación. Ya nadie sabe distinguirlas.
Yo por el momento soy de los incrédulos y prefiero la verdad como principio universal. Me encanta escuchar la mentira cuando ya sé toda la verdad. ¿Qué prefieres tú?
(*) Diputado de VOX por Segovia.
