Con una ajustadísima victoria electoral, denuncias de la oposición por supuesto fraude en los comicios e, incluso, mensajes de rectificación desde su propio partido, Nicolás Maduro fue elegido el pasado domingo presidente de Venezuela, con lo que sustituirá en el cargo, esta vez de manera oficial, al fallecido Hugo Chávez.
Su triunfo en las urnas, por un escaso margen del 50,66 por ciento de los votos frente al 49,07 por ciento conseguido por su principal adversario, Henrique Capriles (apenas 234.935 votos de diferencia), fue suficiente para que el exchófer y autoproclamado «hijo» de Chávez se coronase como nuevo jefe del Ejecutivo de Caracas, si bien desató las denuncias de la oposición, que anunció «irregularidades» en el proceso. Es más, el propio Capriles advirtió de que no aceptaría el resultado hasta que se celebrase un nuevo recuento «voto a voto».
Ajeno a las críticas, Maduro, que será proclamado el próximo lunes por las autoridades, anunció la «victoria del pueblo» y la ofreció como un «homenaje» a su fallecido predecesor.
«Venezuela ha hablado claro y fuerte», aseveró tras conocer el resultado, unos datos que, en sus palabras, significan que Chávez «sigue invicto». «Es la primera vez que el gigante no es candidato, pero dejó a su hijo y su hijo va a ser presidente para construir la patria», agregó.
Así, destacó que se trata de una victoria «trabajada, luchada». «Hemos hecho un gran esfuerzo recorriendo cada palmo de esta tierra bolivarana, un esfuerzo humano, físico y moral, con el dolor en el pecho por la pérdida del comandante», remarcó.
Movilizaciones
El candidato oficialista reveló que habló con Capriles media hora antes de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) hiciera públicos los datos y que el líder opositor le propuso «un pacto».
«Yo decidí escucharlo, porque somos hombres democráticos y podemos hablar con quien sea. Conversamos. Él me transmitió su visión y yo le relaté la verdad. Le dije: ‘Hay unos resultados y tú sabes cuáles son’», señaló.
Pero, lejos de ese consenso inicial del que habló Maduro, el perdedor en las urnas rechazó el triunfo de su adversario, aseverando que se produjeron irregularidades («unas 3.000 incidencias», desveló), por lo que instó al CNE a que se celebre un nuevo recuento de los sufragios y que se haga «voto a voto» y de forma manual, para corroborar los datos ofrecidos por las autoridades. De no ser así, el conservador insistió en que el socialista será un «presidente ilegítimo». «Hoy el derrotado es usted y su Gobierno», aseveró, en alusión a Maduro.
En este sentido, llamó a la población a manifestarse hoy ante las oficinas de la comisión electoral repartidas por todo el país. Para mañana, la oposición convocó una gran concentración en Caracas.
Así, consideró que el país atraviesa una «crisis política», pero pidió a los ciudadanos que no caigan en «provocaciones». Por eso, se definió como «enemigo de la violencia» y recomendó a sus simpatizantes que «no se dejen llevar por quienes tratan de pescar en río revuelto».
Mientras, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, llamó a la «autocrítica» en las filas del Partido Socialista tras la victoria «ajustada». «Es contradictorio que sectores del pueblo pobre voten por sus explotadores de siempre», señaló.
