En un buen número de hogares segovianos, el despertador adelanta la hora habitualmente marcada para empezar la jornada con el fin de llegar puntuales a una madrugadora cita con la Virgen de La Fuencisla. Es la «Novena de la Juventud» que desde hace ya muchos años transforma la tranquilidad de las calles del recinto histórico que van a parar a la Catedral en una marea humana que se dirige a las siete de la mañana para comenzar el día al lado de su venerada patrona.
Si bien es cierto que el número de jóvenes que asisten a este matutino novenario ha decrecido sensiblemente en los últimos tiempos, no es menos cierto que mantiene su atractivo para los devotos de La Fuencisla, que llenan casi en su totalidad las filas de sillas dispuestas en torno al altar mayor de la Catedral para seguir el novenario.
Martín es uno de los jóvenes que no falla a su cita con la Virgen a la que acude «desde muy pequeño, cuando venía con mi madre». Este estudiante de primero de bachiller optó ayer sábado por robarle horas al sueño y acudir a la novena a una hora en la que muchos de sus compañeros aún apuran los últimos coletazos de la fiesta del fin de semana. «Creo que no hay mejor forma de empezar el día que con la Virgen -explicó- aunque reconozco que cuesta levantarse de la cama para venir».
Para los más mayores, el silencio y el ambiente de oración que se vive en la Catedral durante la novena de los jóvenes es atractivo suficiente para hacer el esfuerzo de madrugar y participar en la oración y en la eucaristía. «Por la tarde hay más ambiente y eso es también muy bonito -aseguraba una veterana devota asidua del novenario- pero por las mañanas la cercanía con la Virgen es mayor».
Las parroquias de la diócesis y los responsables de algunas delegaciones diocesanas son los responsables de la liturgia y la predicación del novenario, siendo en la madrugada de ayer el turno para las parroquias de El Carmen y San Frutos y para el director del Secretariado de Liturgia y Sacramentos y párroco de Nueva Segovia, Hipólito Prieto. Siguiendo el hilo argumental de las predicaciones vespertinas, las invocaciones a la virgen también sirven para trasladar el mensaje evangélico por la mañana, seguido con atención por parte de los fieles, aunque sin poder reprimir alguna ligera cabezada motivada por el sueño y la temprana hora de la celebración.
Al concluir la celebración, los devotos abandonan con presteza la Catedral, unos para comenzar la mañana y otros quizá para volver a la cama aprovechando la jornada festiva, pero todos con la satisfacción de ver amanecer con el rostro de La Fuencisla grabado en su memoria.
