Con el habitual placer con que siempre leo la sección “Segovia desde Segovia”, que en la edición que hoy comento titula Pablo Martín Cantalejo “Vieja Estación”, pero con el añadido plus de mi reiteradamente manifiesta afición al tren, pongo mi modesta pluma al servicio de esta campaña pro ferrocarril que andan haciendo varios colectivos como la Asociación de Amigos del Ferrocarril “Ciudad y Tierra de Segovia”, Asociación Vecinal de Santa Teresa- Puente de Hierro, Asociación de Amigos del Camino de Santiago, y por supuesto la acertada participación de nuestro periodista y escritor Martín Cantalejo, que no en vano entre sus muchos premios y nominaciones tiene las de Presidente de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo, y de la Asociación Castellana y Leonesa de Escritores de Periodismo de Turismo, Pluma de Plata de la FEPET, Premio FITUR y Pluma de Plata de la Revista Spic…
Apoyo con todo mi entusiasmo las muchas y muy trascendentales para nuestra Segovia sugerencias de estos colectivos, como son la defensa de reutilización del antiguo policlínico “18 de Julio” para uso sanitario, la rehabilitación, o “nueva construcción” del que fue simpático y pluriempleado “Teatro Cervantes”, en el que además de representaciones teatrales y musicales, y proyecciones cinematográficas, se daban toda suerte de eventos y celebraciones sociales, el remate de los manidos PEAHIS, sobre todo para enterrar esos tercermundistas manojos de cableados trepando por las fachadas, la conclusión y puesta “en valor” del megalítico CAT que nos prometieron con “overbooking” de solicitudes de empresas para utilizar sus dependencias, la utilización de tantos y espléndidos edificios en riesgo de ruina por desuso, o la ampliación de la actual Estación Municipal de Autobuses, sita en el óptimo emplazamiento, a un tiempo en lo más céntrico de la ciudad, y a la entrada de varios destinos viajeros, así como al lado del Hospital General tan frecuentado por usuarios de la provincia, poniendo, por supuesto, más entusiasmo en adecuar, corregir y aumentar, la ya ejerciente, que en inaugurar una duplicada, y desde luego en la propuesta polivalente de la “vieja estación” del tren.
Aplaudo y me adhiero a la propuesta de estos colectivos para que la “vieja estación”, además de conservar algunos servicios de la vía férrea Segovia-Cercedilla, ampliados hasta Madrid, montar un Museo del Ferrocarril con aquellos “viejos” servicios de depósito de máquinas, cambio de sentido de éstas, botiquín, fonda, almacenes…, al tiempo que albergue de peregrinos, centro cívico y cultural…
Algunos loables intentos se vienen dando, como ese “Tren Antonio Machado” que cada verano nos evoca los frecuentes viajes de Antonio Machado, con actores que nos trasladan a los años en que el poeta andaluz impartía clases de francés en el Instituto segoviano, aunque ya no con los vagones de madera, que le inspiraron aquellos evocadores versos de “Yo, para todo viaje,/siempre sobre la madera/ de mi vagón de tercera,/ voy ligero de equipaje/…El tren camina y camina,/ y la máquina resuella,/ y tose tos ferina./ ¡Vamos en una centella!
Hoy, aparte de los poco frecuentes, aunque justos y necesarios, servicios entre Segovia y Cercedilla, se mantiene ilusión de actividad con la navideña recepción a Papá Noel que dejando su volador trineo llega a Segovia por el simpático tren, con populosa asistencia de niños ilusionados y papás enternecidos, y, como bien recuerda Cantalejo, con ese simpático evento anual del “Tren de las Emociones”, uno de los simpáticos populares y populosos inventos del que Pablo, tan ajustadamente denomina, “ingenioso e imparable Paco del Caño”, en que diversos personajes nos trasladan a los años del “viejo tren”: aldeanos, chulapos fotógrafos, barberos, cartero, caramelero con su típico don Nicanor y las tiras de rifas, vendedores de agua en botijo, no faltando, por supuesto, la pareja de Guardia Civil que prestaba orden y seguridad en cada viaje.
Por gentileza de este incansable promotor de actividades culturales como la edición de la Revista “Plaza Mayor”, carreras populares, los Sanfermines segovianos, Música en los Corralillos, Guateques y Fiestas de los 60, dedicación que le han reconocido con homenaje popular del Ayuntamiento, título de Segoviano bien visto, Premio Tierra de Segovia “Arsenio Martínez Campos” del Centro Segoviano, Guardia urbano de Honor, Medalla de Plata de la Ronda segoviana, Romancero de San Frutos, Ome bueno e leal de Zamarramala, Romancero de Honor de la Asociación de Amigos del Buen Amor”, por amable invitación de Paco del Caño, digo, el año 2014 fui pregonero de esa edición del Tren de las Emociones, y entre los personajes vestidos de época, vestido de Jefe de Estación e investido de tal autoridad hube de dar salida al tren que, obediente a mi silbato y señal del banderín partió hacia El Espinar, donde se rindió homenaje al jefe de este apeadero a los sones de dulzaina y tamboril, para, de regreso a la capital, concluir con comida de hermandad en el auténtico viejo vagón del Restaurante “La Postal” de Zamarramala, siendo los comensales todos los personajes que revivieron cualquier día de los años 40 en una estación de aquel “viejo tren”.
Agradezco a mi admirado amigo Pablo Martín Cantalejo que, como él dice, nos haya traído estos “recuerdos imperecederos”, pues repito que soy fan del ferrocarril, que me quedo viendo la serpiente mecánica deslizarse por nuestros campos, disfruto poniendo las vías del tren de juguete a mis nietos, tengo una bonita colección de miniaturas de máquinas de tren, y en cada ciudad extranjera o doméstica que visito procuro acercarme a su estación ferroviaria.
Qué evocativo titular “Vieja estación” que me lleva de la palabra del maestro poeta Cantalejo a los recuerdos de plumilla pregonero, vía “Tren de las emociones”, al tiempo que es ocasión de reivindicar y apoyar a los colectivos que lo promueven, la mejora o rehabilitación de la típica estación de RENFE y los nuevos oficios de sus dependencias oportuna y adecuadamente sugeridos por estos amigos del tren y de una Segovia viva.
