Siempre me sorprende el Vicario de la diócesis de Segovia por lo retrogrado de sus planteamientos en lo que que al análisis de nuestra sociedad se refiere. En este caso (“La escuela estatal”, El Adelantado de Segovia de 27/1/018) mas que asombro es una sensación de vértigo la que me invade al leer sus opiniones (a quien se le ocurre, conociendo el percal).
Que alguien con un currículo tan apabullante y que, por lo tanto, habrá tenido tan grandes responsabilidades en el desempeño de sus variadas funciones, haga un relato tan simplista de la evolución de la enseñanza a lo largo de los siglos y finalmente llegue a unas conclusiones tan sectarias e irreales, desmoraliza a cualquiera, porque da una idea de en que manos estamos a la hora de debatir sobre el lugar que debe ocupar la enseñanza religiosa en nuestros centros educativos públicos, o sea, los que garantizan el acceso a la educación, de todos los ciudadanos, sin distinción de creencias, razas, sexo y recursos económicos y que, naturalmente, dependen del Estado y no del Vaticano, como parece desear el Vicario General (nada menos).
Es curioso que quien ostenta un cargo tan destacado en la Iglesia, católica por supuesto, cuya estructura no puede ser mas piramidal, en cuyo vértice se encuentra un Papa, infalible para mayor abundamiento, pretenda criticar la existencia del Estado moderno y acuse a este de querer ideólogizar a la población mediante la supresión de la enseñanza “social y privada”, cosa que, él lo sabe, es radicalmente falsa. Definir a los docentes de la enseñanza publica como simples “técnicos” que trabajan exclusivamente para engordar al Estado es sencillamente insultante y desde luego vergonzoso, en quien se ha dedicado durante mucho tiempo, al parecer, a la enseñanza. Rebosa demagogia y sectarismo.
Los que defendemos la Enseñanza publica, que garantiza nuestra Constitución, no pretendemos la desaparición de la privada, ni siquiera la religiosa, pero nos oponemos a que el dinero de nuestros impuestos se dedique al adoctrinamiento religioso en los centros públicos, o a subvencionar a los particulares cuando existen tantas carencias en los públicos, que son los accesibles a toda la población.
Es sarcástico que quienes pretenden educar a base de dogmas , recurran a refranes como “si quieres que algo no se sepa, ni lo pienses” o , “donde todos piensan igual, nadie piensa”, y no me extraña que critique la importancia de “educar a la gran masa de habitantes de un país, permitiendo el acceso a la alfabetización” : donde esté una buena educación elitista, dirigida, eclesialmente, para mayor honra y disfrute de la jerarquía, que se quite la democratización de la enseñanza, que solo puede traernos problemas, porque la gente puede aprender a pensar y… vaya usted a saber.
