La vuelta de la Supercopa de España dejó muy claras dos cosas: que el azulgrana Leo Messi fue el artífice del triunfo del Barcelona, y que el técnico del Real Madrid, José Mourinho, puso en evidencia el nombre del gran club que le paga con una actitud denigrante.
Pese a estar a principios de temporada, ambos equipo ofrecieron un buen espectáculo, sobre todo en la primera mitad. Quizás fue el mejor de los seis clásicos que se han disputado en este 2011.
Pero, como todo en esta vida, la alegría va por barrios y, en este caso, se quedó en la Ciudad Condal gracias a la destacada actuación de Leo Messi, autor de dos tantos y del pase con el que Andrés Iniesta abrió el marcador.
El argentino volvió a ser el principal quebradero de cabeza de los jugadores blancos, que intentaron parar al atacante ‘culé’ de todas las maneras aunque, una vez más, no lo consiguieron.
Enfrente, y aunque el Real Madrid demostró una mejoría futbolística en el inicio del segundo proyecto de Mourinho, que le ha acercado a la excelencia que marca los últimos años de su eterno rival, pero el progreso deportivo ha quedado en un segundo plano por la agresividad y los incidentes que marcaron un nuevo clásico.
El equipo ‘merengue’ ejerció una presión asfixiante y logró anular algunas de las virtudes del Barcelona. La fuerza física entremezclada con calidad. El cambio de mentalidad. Pero todas las virtudes futbolísticas que el luso ha introducido desde que aterrizó en el Real Madrid quedaron ocultas entre la polémica.
Marcelo olvidó en los últimos compases de la Supercopa, después del 3-2 de Messi, que un gol del Real Madrid le concedía el título. Su dura entrada a Cesc le costó la roja y provocó una tángana en la que Mourinho dejó una imagen que ha dado la vuelta al mundo.
El técnico metió un dedo en el ojo de Tito Vilanova, segundo de Pep Guardiola. Y la en rueda de prensa, como ya hizo a su llegada al club blanco con Gregorio Manzano, dijo desconocer al entrenador del Barça, al que incluso bautizó como ‘Pito’. Lejos de disculparse, habló de la educación que recibió en el fútbol. Entre medias, cuerpo técnico y jugadores abandonaron el césped y no cumplieron el protocolo con el campeón.
El Real Madrid está entregado a la figura del entrenador luso. Esta temporada, a su labor en el banquillo se le han añadido las funciones de manager. Más poder. Y es el portugués el que representa públicamente la imagen del club. Los medios de comunicación no tienen acceso a entrevistas con los futbolistas y las ruedas de prensa se han ido reduciendo hasta convertirse en comparecencias únicamente de ‘Mou’ o Karanka.
En los despachos de la capital se confía tanto en Mourinho en lo deportivo, como se mantiene la alerta sobre su comportamiento y declaraciones. Se extiende a una preocupación por el comportamiento de jugadores como Pepe que camina entre una delgada línea que separa la agresividad de la violencia.
Pero sienten como la afición madridista respalda totalmente a Mourinho. Se identifican con él. Es el único técnico al que en cada partido se corea su nombre en el estadio Santiago Bernabéu. Y en sus declaraciones transmite el sentir de los aficionados.
El que era «torneo de verano más importante», como calificó el luso a la Supercopa, acabaron siendo dos encuentros repletos de tensión entre Real Madrid y Barcelona. Exhibiciones de buen fútbol. Un punto psicológico antes de iniciar una temporada en la que parecen destinados nuevamente a jugarse la Liga, la Copa del Rey y la Champions.
Hasta hoy, la plantilla no está citada en la ciudad deportiva de Valdebebas para entrenar. El madridismo tiene día y medio de reflexión. Y de silencio.
