Después de varios días de ofensivas contra Mosul, milicianos del grupo terrorista Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) tomaron ayer el control de la ciudad, situada al norte de Bagdad, después de asaltar la sede del Gobierno en dicho municipio, lo que forzó la huida de cerca de medio millón de habitantes.
El gobernador de la provincia de Nínive, Athil Al Nuyaifi, anunció la retirada de las tropas gubernamentales y aseguró haber escapado poco antes de que los insurgentes asaltaran el edificio institucional.
Ante esta situación, el primer ministro, Nuri al Maliki, anunció que el Ejecutivo dará armas a los civiles voluntarios que quieran combatir en la zona contra los miembros del ISIS. «El Gobierno nunca permitirá que Mosul y Nínive continúen bajo la sombra del terror y los terroristas», indicó, al tiempo que pidió a la ONU, la Liga Árabe y la Unión Europea el apoyo a Irak en la lucha contra los radicales yihadistas.
Asimismo, el premier pidió al Parlamento que declare el estado de emergencia en la ciudad norteña, una solicitud que se debatirá mañana, según apuntaron fuentes de la Cámara Baja.
El pánico desatado por los combatientes insurgentes se incrementó después de que a última hora de la tarde asaltaran una prisión y liberaran a más de 1.400 prisioneros. Además, también se hicieron con el control del aeropuerto, varios inmuebles gubernamentales y dos televisiones.
Según indicó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya han huido unas 500.000 personas de los tres millones de habitantes de la ciudad, muchas de ellas a pie, ante la prohibición de circulación de automóviles en la región. Muchos se desplazaron hasta las provincias kurdas de Erbil y Dohuk.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se mostró profundamente preocupado por lo ocurrido y llamó a los líderes políticos del país árabe a mostrar unidad contra esta amenaza. Además, pidió ayuda humanitaria para los civiles afectados y anunció la disposición de la ONU y su misión de apoyo en Irak, la Unami, a ayudar.
Los analistas creen que más de 3.000 combatientes del ISIS -uno de los grupos sunitas más radicales que lucha por establecer un estado islámico en la región árabe- operan en la zona de Mosul, una de las ciudades más grandes de la nación en la que viven sunitas kurdos, cristianos asirios y turcomanos. Además, los campos de petróleo de la zona están entre los más importantes del Estado asiático.
A comienzos de año, el grupo yihadista tomó el control de Faluya y parte de la provincia occidental de Al Anbar. De esa provincia ya huyeron, según datos de Naciones Unidas, más de 400.000 personas.
Mientras tanto, en algunas zonas cerca de la frontera con Siria las milicias islamistas toparon con la resistencia de las brigadas kurdas, según informó un comandante kurdo. También en Siria, el ISIS se enfrenta con frecuencia a los kurdos.
