El recrudecimiento de la operación antiterrorista llevada a cabo por las autoridades ucranianas en el este del país, que en los últimos días se ha cobrado la vida de decenas de separatistas en duros enfrentamientos en Donetsk no ha aplacado las ansias de los activistas, que, lejos de amedrentarse y retrasar sus posiciones, están optando por contestar a todos los ataques gubernamentales.
Si al iniciar la semana, los prorrusos tomaban el aeropuerto internacional de la región oriental y protagonizaban sangrientos combates con las Fuerzas de Seguridad en la capital, ayer volvieron a dar un nuevo paso hacia delante, al derribar un helicóptero del Ejército que sobrevolaba Slaviansk, causando la muerte de al menos 12 soldados que viajaban a bordo.
Los militares debían reemplazar a otros efectivos en el marco de una rotación de tropas en la convulsa zona cuando su vehículo fue alcanzado por los disparos realizados desde tierra con un lanzacohetes portátil, según informó el presidente interino del país, Oleksander Turchinov, que detalló que entre los fallecidos se encuentra el general Serguei Kulchizki, encargado de entrenar a los efectivos desplazados.
El ataque se produjo como réplica a las actuaciones de las tropas gubernamentales en la zona, a la advertencia del jefe del Ejecutivo electo, Petro Poroshenko, quien el pasado miércoles habló de «estado de guerra» en la región y avisó de que el «horror» estaba aún por llegar, y por el hecho de que las fuerzas nacionales, siempre según fuentes rebeldes.
La contestación desde Kiev no se hizo esperar y la Guardia Nacional lanzó un bombardeo sobre la localidad, situada en la región de Donetsk, en el que murieron varias personas, sin que al cierre de esta edición se conociera si en el balance se encontraba algún civil.
«En respuesta a los actos terroristas, se han llegado a cabo bombardeos aéreos y de artillería sobre el territorio desde el que los terroristas han disparado», indicó el cuerpo en un comunicado. «Como resultado, un grupo de criminales ha sido aniquilado», agregó.
Pero la tensión no solo se vivió en Slaviansk. En la ciudad de Lugansk, situada a unos 150 kilómetros de la urbe considerada bastión de la insurgencia, las tropas de la autoproclamada república del mismo nombre habrían atacado un cuartel de la Guardia Nacional, donde se habría entregado un centenar de efectivos.
Por otro lado, los separatistas aseguraron tener bajo su custodia en Slaviansk a los cuatro observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) con los que se perdió el pasado lunes el contacto.
«Les hemos retenido. Ahora estamos esclareciendo quiénes son, a dónde se dirigían y por qué y les dejaremos libres», aseguró el alcalde de la ciudad, Viacheslav Ponomariov. «Sabemos dónde están, se encuentran bien», agregó.
El diplomático estonio Tiit Matsulevits, quien también participa en una misión de la OSCE en Ucrania, aseguró, sin embargo, que los secuestrados se encuentran en Lugansk y que, a través de mediadores, se están poniendo en contacto con los rebeldes para iniciar unas negociaciones que ayuden a la puesta en libertad inmediata de los capturados.
Por otro lado, las tensiones no solo se viven entre prorrusos y las fuerzas nacionales, sino que en el seno de los activistas también se están registrando disputas internas.
Así, en las últimas semanas, Ponomariov tuvo algunas disputas con los activistas de la capital de la región, a los que acusó de no consultarle sus decisiones.
Las especulaciones sobre divisiones entre los distintos grupos se vieron alimentadas después de que un grupo de hombres armados desalojara un edificio de la administración regional de Donetsk que era utilizado como base para la insurgencia.
En tanto, Turchinov anunció los resultados finales de las elecciones presidenciales del pasado domingo, que dieron la victoria al multimillonario Petro Poroshenko con un 54,7 por ciento de los votos, por lo que el rey del chocolate tomará posesión el próximo 7 de junio.
