Miedo, nervios, angustia, incertidumbre y pena fueron algunos de los estados de ánimo por los que ayer pasaron los segovianos que residen o trabajan en Bruselas, al ir conociendo a través de los medios de comunicación la magnitud de los atentados que se registraron en el aeropuerto de Zaventem y la estación de metro de Maelbeek, de la capital de Bélgica, que han causado la muerte de, al menos, 34 personas.
Las redes sociales fueron el mejor medio para comunicarse desde Bélgica con las familias de estos segovianos que ayer amanecieron con el susto en el cuerpo por saber cómo se encontraban sus seres queridos, al ir confirmando las autoridades y las fuerzas de seguridad los terribles hechos que se produjeron en Bruselas. Muchos tenían previsto trasladarse estas vacaciones de Semana Santa a sus localidades de origen en Segovia, o bien esperaban la visita de familiares o amigos a Bélgica. Aún en estado de shock, ayer desconocían si finalmente serán posibles los reencuentros, aunque agradecían no tener que lamentar ninguna pérdida ni ningún daño entre la comunidad segoviana en Bélgica.
Es el caso de María Alonso Pérez Villanueva, segoviana del barrio de San Andrés, que vive en la ciudad belga de Gante desde hace treinta años, con su familia, y trabaja como funcionaria en Bruselas, en una institución de la Unión Europea. Algunos días trabaja desde casa y no se desplaza hasta la capital, a una hora en tren de Gante, pero ayer sí tenía que acudir a su oficina, por lo que cogió el tren y al llegar a Bruselas fue andando hasta su oficina, situada a unos cien metros de la estación de metro de Maelbeek, en pleno barrio europeo. Al llegar a su oficina, junto a sus compañeros, fueron conociendo las noticias de los atentados, y desde su ventana podía ver el trasiego de ambulancias y coches de policía por las calles. “Es como irreal, —comentaba ayer a esta Redacción María desde su oficina— yo aquí agazapada en el despacho y a cien metros todo el caos”. En su opinión, “esta situación es una cuestión política, de un barrio como Molenbeek, de pequeña delincuencia de ciudadanos de origen marroquí, que ha evolucionado al yihadismo. Está claro que la política de integración no ha funcionado”.
Otro segoviano en Bruselas es Guillermo Pascual, natural de Carbonero el Mayor, una cara más conocida para los ciudadanos, al ser el corresponsal de Antena 3 en la capital europea. A pesar del intenso día que ayer vivió este periodista, pendiente de conocer los hechos e informar, tuvo un hueco para atender a EL ADELANTADO, para mostrar su horror por lo sucedido en Bruselas. “El aeropuerto presenta una imagen dantesca y el barrio europeo —donde reside Guillermo— parece una ciudad fantasma. Todo esto pinta horrible”, explicaba, antes de entrar en directo para el programa ‘Espejo Público’ de televisión, que le requerían mientras el segoviano hablaba con esta Redacción.
Roberto Puente es un joven estudiante Erasmus, natural de Valverde del Majano, que estudia Ingeniería Informática en Amberes. A través de whatsapp ayer se fue comunicando con su familia y amigos para tranquilizarles, tras las pésimas noticias que llegaban de Bruselas. “He empezado el día con total normalidad hasta que por el grupo de whatsapp que tenemos los estudiantes Erasmus de España han empezado a llover mensajes diciendo lo de los atentados”, comentaba Roberto a través de su móvil. La estación de Amberes permanecía cerrada, al igual que la mayoría de los servicios de transporte de Bélgica. Roberto estuvo ayer todo el día pegado a la televisión para escuchar las noticias, ya que sus padres y su hermana tenían previsto visitarle este fin de semana. “Los grupos de Erasmus están haciendo recomendaciones a los estudiantes de no realizar viajes innecesarios”, apuntaba Roberto, quien, tranquilo desde su casa, pero con tristeza por el país que le ha acogido, seguirá hoy frente al televisor para conocer el transcurso del trágico suceso.
Las circunstancias laborales le obligaron el lunes al segoviano Daniel Huertas a pasar la noche en Bruselas, en lugar de regresar a su domicilio en Aachen. “Normalmente viajo cada día con el Thalys a Bruselas, donde cojo el metro desde Gare Midi a Schuman. Cambio en Art-Loi y paso por Maelbeek, donde ha sido la explosión. Casualmente ayer trabajé hasta tarde y me quedé en Bruselas. Esta mañana he venido al trabajo en coche con un compañero, con lo cual no he cogido el metro. En el coche veníamos escuchando la radio y en el centro de Bruselas el tráfico era relativamente normal. Al poco de llegar a la oficina hemos empezado a ver la prensa belga y por twitter nos hemos enterado de la explosión en el metro. Hemos empezado a oir muchas siranas y muchos coches de policía y militares pasando por la calle de nuestra oficina. Al rato hemos recibido un correo interno, con las cancelaciones de reuniones que teníamos en el trabajo. Se nos ha pedido permanecer en nuestras oficinas y no salir a la calle, de momento”. Así contaba Daniel su jornada de ayer, cuando aún no sabía si podría volver a casa en coche con un compañero, o alquilar un vehículo o dormir una noche más en Bruselas. “Estamos intentando trabajar con normalidad, pero se hace difícil. También estamos respondiendo SMS, llamadas, facebook, etc., respondiendo a familiares y amigos que estamos bien. Desgraciadamente trae recuerdos del 11-M”, lamentaba Daniel.
Una mañana de nervios vivió ayer también la familia de Lucio Martín Matarranz, de Cantimpalos, hasta que pudieron ponerse en contacto con él, que desde hace cuatro años trabaja como ingeniero en la factoría belga de la empresa Ontex, que además cuenta con otra planta en la localidad segoviana de Valverde del Majano. Vive en la ciudad belga de Gent y trabaja en Aalst, a unos kilómetros de Bruselas. No corrió peligro en ningún momento, pero mantuvo la preocupación por lo sucedido en su país de acogida. Si todo vuelve a la normalidad en estos días, el viernes estará con su familia en Cantimpalos para pasar la Semana Santa.
Son segovianos que viven en Bélgica, país al que quieren y por el que ayer sufrieron, al registrar el peor atentado de su historia. Confían en que la normalidad vuelva pronto, aunque saben que no será lo mismo.