Pese a que el presidente del Gobierno, escarmentado por el descontrol del reciente caso Alakrana, pidiera ayer por la mañana a los medios y a todos los implicados en el cautiverio de tres cooperantes españoles en Mauritania «prudencia y discreción», con la advertencia de que los secuestradores «también escuchan» y no se les puede dar «ni un elemento que juegue a su favor», lo cierto es que durante toda la jornada se produjo un torrente de informaciones, en muchos casos contradictorias.
De hecho, a media tarde «fuentes diplomáticas occidentales» aseguraban que las autoridades del país norteafricano habían conseguido localizar a los integrantes de la ONG Barcelona Acción Solidaria, que presuntamente estarían en manos de una facción de Al Qaeda desde el domingo. Horas después una agencia de noticias francesa llegó a proclamar que habían sido liberados. Pero cuando la esperanza comenzaba a cundir, tanto el Gobierno español como el embajador patrio en Mauritania, Alonso Dezcallar, desmentían las noticias y proclamaban no disponer «de informaciones nuevas sobre el paradero o la situación» de Albert Vilalta, Roque Pascual y Alícia Gámez.
Tampoco hay más datos sobre la autoría del cautiverio, por cuanto aún no se ha producido ninguna reivindicación. No obstante, la tesis que atribuye el delito a una facción de la red de Bin Laden continúa siendo la más plausible, hasta el punto de que diversas fuentes de Exteriores explicaban ayer su temor a que el secuestro, cuya investigación judicial asumió ayer la Audiencia Nacional, puede resultar «largo» y que las reclamaciones de los terroristas a buen seguro tendrán carácer político, lo que dificultará las negociaciones.
En todo caso, bien podría suceder que el mutismo oficial no se corresponda con la realidad última, sino que responda al deseo de extender una cortina de humo para aislar la gestión de la crisis de toda polémica informativa y política.
Con ese mismo propósito, el propio Zapatero elogió el apoyo del PP, que ha decidido retirar las preguntas y reprobaciones parlamentarias de tres ministros en relación con el Alakrana para no enturbiar el ambiente en momentos tan delicados. «Éste no es un tema de color político; un secuestro no tiene color ideológico», proclamó el inquilino de Moncloa.
No obstante, al margen del respaldo que brindaron los populares, el vicesecretario de Comunicación conservador, Esteban González Pons, puso de manifiesto «contradicciones» en las declaraciones de los titulares de Interior y Exteriores, Rubalcaba y Moratinos -el primero convencido de la autoría de Al Qaeda y el otro no tanto-, lo que le llevó a pedir al lider socialista que ponga «orden» para que «no se acaben reproduciendo algunos ridículos que se hicieron con el Alakrana».
