Tres días después de que la Unión Europea aprobara levantar el embargo de armas a Siria, eso sí, de manera exclusiva para los rebeldes, los opositores al régimen de Bachar al Asad solicitaron ayer a la comunidad internacional ayuda militar y médica en la localidad de Qusair, fronteriza con el Líbano y epicentro de los últimos combates entre los insurgentes y el tándem formado por las tropas gubernamentales y la milicia chiita Hezbola.
«Tenemos 700 personas heridas en Qusair y 100 de ellas están recibiendo oxígeno. La ciudad está rodeada y no hay manera de hacer entrar material sanitario», aseguró un portavoz de los sublevados, que agregó que el municipio podría quedar «arrasado» en caso de que no reciban colaboración.
La situación de Qusair es la razón por la que la opositora Coalición Nacional Siria no participará en la conferencia de paz convocada por Rusia y Estados Unidos para junio en Ginebra (Suiza). Según detalló su presidente, George Sabra, «la vida de los sirios es más importante que una solución política», por lo que consideró que no tienen sentido estas conversaciones mientras la ciudad siga cercada.
Mientras tanto, el régimen de Damasco, que ya había confirmado su presencia en la cita del próximo mes en la localidad helvética, ya ha recibido el primer cargamento de misiles tierra-aire S300 adquiridos a la industria de defensa rusa con el beneplácito del Gobierno de Moscú. Así lo indicó el propio Bachar al Asad, quien aseguró que el curso de la guerra está cambiando a favor de las fuerzas gubernamentales, que en las últimas semanas han conseguido avances frente a las posiciones de los sublevados, y justificó su «éxito», entre otras cosas, en los suministros de armas desde el Kremlin y el apoyo de Hezbola.
«El Ejército sirio seguirá adelante con la batalla hasta que los terroristas sean eliminados», añadió el mandatario, quien, además, prometió que las tropas «responderán inmediatamente a cualquier nueva agresión israelí», en referencia al supuesto ataque hebreo contra un convoy de misiles iraníes destinados a la milicia libanesa a su paso por suelo sirio registrado hace unos días.
Por su parte, y consciente de que los nuevos proyectiles recibidos por el Gobierno de Damasco pueden traducirse en futuros ataques contra su territorio, el primer ministro judío, Benjamin Netanyahu, aseguró que el país debe prepararse «para un nuevo tipo de guerra».
«Nos encontramos profundamente inmersos en una era de los misiles dirigidos contra centros de población», señaló el dirigente, al tiempo que describió a Israel como «el Estado más en peligro del mundo».
«A nuestro alrededor hay decenas de miles de cohetes que pueden golpear el interior de nuestra nación», indicó, por lo que recomendó a sus ciudadanos que la mejor defensa es «prepararse mentalmente»
