Casi una semana después de su llegada a territorio sirio, el equipo de expertos internacionales comenzó ayer a destruir parte del arsenal químico que posee el Gobierno de Damasco, tal y como informaron fuentes de la misión, que no quisieron precisar más detalles al respecto.
Los enviados de Naciones Unidas salieron a primera hora de la mañana del hotel en el que se encuentran alojados en la capital para iniciar un trabajo de campo en un lugar que han querido mantener en secreto para evitar posibles ataques o represalias.
Se calcula que el régimen del presidente Bachar al Asad dispone de unas 1.000 toneladas de armas químicas (entre ellas, gas sarín, vapor mostaza y otros agentes vetados por la comunidad internacional) y, según una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, Siria debe convertirse en un país libre de este tipo de material bélico prohibido a mediados de 2014.
Se especula que el arsenal del Ejército esté distribuido, como mínimo, en 45 puntos del país árabe, un hecho que dificulta la labor de los investigadores, que deberán sortear varias ciudades, como Homs o Hama, donde los combates entre las tropas gubernamentales y los rebeldes se recrudecen con el paso de los días.
Además, en la capital ocho personas murieron y 24 más resultaron heridas por un ataque con fuego de mortero en el barrio de Al Qasa, una zona de mayoría cristiana en el centro de Damasco.
En todo el país, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, el balance de víctimas mortales en la jornada de ayer sobrepasó los 110 fallecidos, entre los que hay 32 civiles, incluidos ocho niños y siete mujeres, además de una treintena de milicianos insurgentes.
Por otro lado, el mediador de Naciones Unidas para el conflicto sirio, Lajdar Brahimi, no está convencido de que la esperada cumbre internacional de Ginebra 2, en la que se ratificará el proceso de desarme químico del régimen de Damasco, pueda celebrarse a mediados de noviembre como estaba previsto, por desavenencias entre los invitados. «No es seguro. Estoy intentando invitar a la gente, animando a todo el mundo a que acuda», indicó con pesimismo.
La reunión es vista con recelo por el Gobierno porque teme que la cumbre concluya con una declaración que fuerce la salida del poder de Al Asad sin elecciones previas.
