La defensa de José Bretón, el padre que supuestamente asesinó a sus dos hijos, Ruth y José, el 8 de octubre de 2011 en la capital cordobesa, finalizó estos días la preparación de los últimos puntos para el juicio, que empieza hoy con la selección del jurado, y en el que el acusado mantendrá la versión que siempre ha dado: que sus vástagos se perdieron en el Parque Cruz Conde de Córdoba en la tarde del citado día.
El abogado del acusado, José María Sánchez de Puerta, que el pasado martes realizó la última de las visitas a su cliente antes de la vista oral, detalló que seguirá con «la misma línea de defensa», pues, de hecho, Bretón cree que sus hijos están vivos. Según el letrado, el padre de los menores, que está imputado por dos delitos de asesinato con alevosía y el agravante de parentesco, por los que la Fiscalía y la acusación particular piden 40 años de prisión, afronta el proceso, que se puede prolongar un mes, «tranquilo y deseando que empiece» para contestar a las preguntas de todas las partes.
Mientras, el presidente del Tribunal del Jurado del caso, Pedro Vela, ya ha fijado 22 puntos clave sobre los que se juzgará a José Bretón y entre los que se deberá dilucidar si el acusado «ideó dar muerte a sus hijos como venganza hacia su mujer»; si, camino de la finca de Las Quemadillas, «suministró tranquilizantes a los pequeños»; si «prendió una hoguera y colocó en ella a sus hijos»; o si, finalmente, acudió a la Ciudad de los Niños para denunciar la pérdida de los pequeños, «pese a conocer perfectamente que no había existido tal desaparición».
Los primeros hechos justiciables versan sobre lo que pudo ser el desencadenante: la ruptura de Bretón y su entonces esposa, Ruth Ortiz. Así, fija para el debate si desde el verano de 2011 las relaciones se habían deteriorado «debido al carácter estricto y poco afectuoso» de él. Según el auto, a consecuencia de ello, el 15 de septiembre, la mujer comunicó al acusado sus intenciones de separarse, a pesar del «gran enfado» de Bretón.
En otro de los puntos de debate, el magistrado señala si en ese contexto de ruptura «el imputado ideó dar muerte a sus vástagos como venganza hacia su esposa». Además, habrá que demostrar si, con la finalidad de «elaborar su plan y asegurar su perfecta ejecución», realizó una serie de preparativos entre el 15 de septiembre y el 7 de octubre.
Tras hacer un recorrido por las horas previas a la llegada a la finca el 8 de octubre, los hechos justiciables se adentran en lo que pudo ocurrir en Las Quemadillas. Así, uno de ellos versa sobre si Bretón, camino de la casa familiar, le suministró a los niños los tranquilizantes y si, tras llamar dos veces a su esposa y no conseguir hablar con ella, «decidió seguir con su propósito criminal».
Continuando el desarrollo temporal de los presuntos hechos, aparece señalado por el magistrado el punto 16, uno de los claves, que propone «si el acusado, conforme a lo que ya tenía previsto y meditado, prevaliéndose de su condición de padre y de su mayor fortaleza física, confianza y autoridad acabó con la vida de sus hijos Ruth y José, de manera no determinada, y prendió una hoguera».
Posteriormente, se reflexiona si el acusado pudo avivar las llamas en las que colocó los cuerpos de los menores junto con una mesa metálica haciendo que la pira alcanzara temperaturas de hasta 1.200 grados centígrados, «logrando un efecto de horno crematorio». Debido al calor de la hoguera, «las partes blandas del cuerpo de los niños desaparecieron rápidamente, quedando únicamente unos restos óseos».
Además, el auto cuestiona si Bretón, «una vez asegurado de que los menores habían quedado calcinados», salió con su vehículo de la finca, arrojó en dos contenedores cercanos «tres bolsas de basura con efectos que le pudieran incriminar, y dio la vuelta, haciendo una maniobra inhabitual, para eludir la grabación de unas cámaras de seguridad».
Igualmente, se juzgará si, una vez en el entorno de la Ciudad de los Niños, llamó a su familia para que creyese que estaba en el parque con los niños y, cuando consideró que había pasado un tiempo suficiente para hacer creíble la desaparición, volvió a llamar a su hermano Rafael diciéndole que había perdido a los pequeños. Asimismo, el auto plantea si presentó una denuncia falsa por la desaparición, «pese a conocer perfectamente que no había existido, sino que él había dado muerte previamente a sus dos hijos».
Además, se incluye el debate sobre si las investigaciones realizadas a consecuencia de la denuncia hecha por el acusado han tenido un coste para el Ministerio del Interior de 137.335,65 euros, para la empresa Cóndor Georadar de 5.500 euros y para el Ayuntamiento de Córdoba de 22.567 euros.
