Los 16.000 agentes que custodiaron Londres, el mayor despliegue en la historia del Reino Unido, apaciguaron los ánimos en las calles de la capital, que vivió una madrugada de relativa tranquilidad después de las tres jornadas de graves altercados. Sin embargo, el cerco policial dejó más desprotegidas otras ciudades británicas y la mecha violenta se propagó en Manchester y Liverpool, al norte del país, y Birmingham y Nottingham, en el centro. Desde que comenzara la ola agresiva de delincuencia, cuatro personas han resultado muertas y más de mil han sido detenidas en el Reino Unido por unos incidentes sin precedentes.
Tras celebrar por segundo día consecutivo una reunión con su gabinete de crisis, el primer ministro británico, David Cameron, autorizó el uso de pelotas de goma y cañones de agua para repeler a los saqueadores y alborotadores en Londres y el resto de ciudades.
De este modo, en Londres, desde el sábado Scotland Yard ha detenido a más de 1.000 personas, incluso algunos medios de comunicación hablan de más de 1.500, por actos violentos, desórdenes y saqueos, y se han presentado cargos contra 167 de ellos, entre los que hay 25 menores de 15 años.
En el área de Manchester fueron arrestadas 113 personas, otras 50 en Liverpool y 109 en West Midlands, que acoge las ciudades de Birmingham y Nottingham.
El premier pidió a los efectivos de seguridad que recurran a tácticas «más contundentes». «Sentiréis toda la fuerza de la ley, y si sois lo suficientemente mayores para cometer estos crímenes, también lo sois para enfrentaros al castigo», trasladó el mandatario a los infractores, en su gran mayoría jóvenes. Cameron lamentó la «falta de responsabilidad» mostrada por los delincuentes, que piensan que «el mundo les debe algo y tienen más derechos que responsabilidades». En su opinión, hay algo que está «mal» en la sociedad británica, existe una «falta de educación adecuada» tanto de los padres como del sistema escolar y una «falta de ética y moral», por lo que «ésto es lo que tenemos que cambiar», sentenció.
«Ahora mismo la prioridad sigue estando clara: tomar todas las medidas necesarias para que el orden vuelva a nuestras calles», aseveró el premier, insistiendo en que la continuación de la violencia es «inaceptable» y el Gobierno no permitirá que se instale la «cultura del miedo» en el país, explicó.
El premier señaló, además, que «necesitábamos una respuesta y hemos respondido con firmeza».
Además, la Policía podría utilizar el gas lacrimógeno y cañones de agua por primera vez en 180 años. Estos dos métodos solo se han utilizado en Irlanda del Norte, y rompe con la política de «fuerza mínima» seguida por los efectivos británicos. Eso sí, el subcomisario de Policía, Stephen Kavanagh, matizó que este uso no será tomada a la ligera.
Estas medidas cuentan con el respaldo de una amplia mayoría de la población, aunque las pelotas de goma han sido las causantes de al menos 17 muertes en los últimos 40 años en Irlanda del Norte. Sin embargo, esta opinión difiere de la del presidente de la Asociación de Comisarios de Policía, Hugh Orde, que se mostró en contra del empleo de esta munición. «La gran fortaleza del modelo policial es el uso mínimo de la fuerza», estimó.
La calma de la pasada madrugada del miércoles en la capital británica contrastó con la tensión que se palpaba entre las comunidades afroamericanas y asiáticas de las dos áreas del país, en el norte y el centro. Tanto es así, que tres hombres asiáticos murieron en Birmingham, durante la segunda noche de revueltas en esta localidad, quienes intentaban «proteger su propiedad» privada del vandalismo y saqueos, según relataron ayer testigos presenciales.
Las fallecidos, de 20, 30 y 31 años, perdieron la vida al ser atropellados por un vehículo en la zona de Winson Green. Tras recibir el impacto de un coche que, según los testimonios llegó «volando» a donde se encontraba un grupo de gente, los tres hombres fueron trasladaos a un hospital después de que algunos vecinos de la zona trataran in situ de reanimarlos.
Dos de ellos fallecieron en el acto y el tercero murió en un hospital a causa de heridas «significativas» provocadas por el golpe. La Policía detuvo ayer mismo a un hombre de 32 años, bajo la sospecha de este triple asesinato. Estas tres muertes se suman a la de la primera víctima mortal registrada el pasado lunes en el barrio de Croydon, al sur de Londres, que murió por un impacto de bala.
