Hay un día al año en el que los cementerios se pueblan de vivos, el 1 de noviembre, y aunque las condiciones meteorológicas de ayer no invitaban a cumplir con la tradición, los segovianos se abrigaron y, con un ramo de flores en una mano y un paraguas en la otra, por si llovía, se dirigieron a las necrópolis donde reposan sus seres más queridos.
Lógicamente, los camposantos más visitados fueron los de las localidades con mayor población: Segovia, Cuéllar y El Espinar. En la capital, la afluencia de público fue constante desde primera hora de la mañana, siendo a partir de mediodía cuando se registró mayor número de vehículos en sus inmediaciones. Para regular el tráfico, la Policía Local se apostó a la entrada de la calle Santo Ángel de la Guarda, con el ánimo de conseguir rápidas rotaciones de los coches estacionados en el parking del cementerio y evitar retenciones.
Los puestos de flores instalados a la entrada del camposanto estuvieron animados, aunque, tal y como señalaba Beatriz de la Cruz, de “La Flor de San Lorenzo”, la crisis también ha hecho mella, puesto que este año “se han vendido más flores sueltas y menos centros, que resultan más caros”. Los claveles siguen siendo las flores más demandadas para ofrecer a los fallecidos, seguidas de las margaritas. En cuanto a colores, predominan los tradicionales, el rojo y el blanco. No obstante, se van abriendo paso, gracias a los compradores más jóvenes, las flores teñidas, de colores no naturales.
Dentro del cementerio, cada uno se dirigía al lugar donde descansan los restos de sus familiares o amigos. En una escena ayer mil veces repetida, el visitante meditaba unos momentos junto a la tumba o nicho, tal vez orando, al tiempo que colocaba unas flores o adecentaba el entorno de la última morada de su ser próximo.
En Cuéllar, entre los que visitaron ayer el cementerio, la noticia más comentada fue la inmediata apertura de un tanatorio en la villa. Y en El Espinar, en una jornada protagonizada por el viento, el frío y la lluvia, muchos aprovecharon el día para visitar a sus familiares en la residencia de ancianos.
