Miles de personas se manifestaron ayer en distintos lugares de Egipto por el atentado de la pasada Nochevieja contra una iglesia en Alejandría, en el que hubo 21 muertos, mientras que activistas cristianos criticaron la inacción del Gobierno.
Fuentes policiales sostuvieron que una muchedumbre de estudiantes, cristianos y musulmanes, se concentraron en las universidades de Alejandría y Tanta, en el norte del país, y las de Ain Shams y Heluán, ambas en El Cairo.
Las concentraciones transcurrieron sin incidentes a diferencia de las protestas de la noche anterior en la sede del patriarcado copto en la catedral de Abasiya de la capital, donde 40 personas resultaron heridas, entre ellas cinco agentes, en choques entre éstos y los manifestantes.
Estas protestas se llevan a cabo para condenar el atentado ocurrido poco después de las 12 uvas contra la iglesia de Los Dos Santos, en el barrio alejandrino de Sidi Bish, adonde había acudido un millar de personas para participar en la celebración por el Año Nuevo y que dejó también 79 heridos.
Todavía ningún grupo ha reivindicado la autoría del atentado, que lleva el sello de Al Qaeda, ni se ha confirmado aún la naturaleza de la explosión, después de que el Gobierno del país norteafricano descartara que fuera un coche-bomba, como algunos expertos defendían.
En una rueda de prensa previa a una marcha en el barrio de mayoría cristiana de Shubra, en El Cairo, varios activistas acusaron al Ejecutivo de no haber tomado en serio las amenazas de los yihadistas en Iraq del pasado 1 de noviembre. En ese sentido, el jefe de la Organización de la Unión Egipcia para los Derechos Humanos, Naguib Gibrael, criticó al Ministerio del Interior por no haber garantizado la seguridad de los fieles en Nochevieja.
Y es que el grupo Estado Islámico de Iraq, una coalición terrorista encabezada por la rama de Al Qaeda en ese Estado, amenazó a los cristianos egipcios hace ya dos meses por dos casos relacionados con supuestas musulmanas conversas en el país del Nilo.
Asimismo, Al Qaeda publicó su advertencia después de que un grupo terrorista atacara el 31 de octubre pasado una iglesia en Bagdad, con un saldo de 58 muertos, tanto por la irrupción de los atacantes como por la operación policial para intentar liberar el templo.
Finalmente, Gibrael pidió al presidente Hosni Mubarak la presentación de inmediato ante la Justicia de los causantes del «ambiente sectario y de enemistad» contra los cristianos de Egipto, y una ley contra la violencia sectaria que garantice libertad de credo.
Por su parte, el pensador copto Kamal Zajer afirmó en la misma rueda de prensa que «el atentado no ha sido motivado por la tensión sectaria, sino que representa un acto terrorista», y criticó a las autoridades por haber señalado que los responsables del mismo son extranjeros: «Si son foráneos, éstos no han traído fantasmas para llevar a cabo sus planes. La comisión ha sido totalmente egipcia y quiere decir que hay quienes están dispuestos a perpetrar actos violentos».
Tras estas denuncias, los activistas participaron en la manifestación en Shubra, a la que asistieron decenas de personas, que portaron un ataúd simbólico y corearon lemas como En nuestras fiestas nos matan, y ¿Qué quiere el Gobierno, qué espera?
Una de las participantes en la protesta, Wafa Sedki, de unos 40 años, reconoció que ahora teme ir a la iglesia. «Yo y mis hijos, tenemos miedo de acudir a ella. Mis niños me preguntaron si vamos a ir a la iglesia en Navidad (el 7 de enero para los coptos), y yo les dije que sí, aunque muramos allí». «Siempre hemos sido discriminados», afirmó esta mujer, vestida de negro, mientras lloraba.
Mientras, las investigaciones prosiguen y se ha detenido a más personas, después del arresto de 20 sospechosos a lo largo del fin de semana, señalaron fuentes de seguridad, que no precisaron el número total.
En las próximas horas se publicará el informe forense, si bien las investigaciones preliminares confirmaron que los autores del atentado contaron con ayuda extranjera y que la organización Al Qaeda estuvo implicada.
Por otra parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, condenó la matanza y aseguró estar «horrorizado» por la violencia y expresa su apoyo a los esfuerzos que realizan las autoridades egipcias para llevar ante la Justicia a los responsables del ataque.
Resulta sorprendente que incluso grupos islamistas condenaron la masacre. Como el colectivo marroquí de Al Adl Wal Ihsan (Justicia y Caridad), que consideró el suceso como «un crimen terrible que pretende encender el fuego de la sedición entre cristianos y musulmanes».
La influyente organización, prohibida en el reino alauita, aseguró en su web que se trata de «un asesinato terrible contra la religión y la ley, y contra las normas de la razón y de la lógica». «Vivimos ahora un nuevo Sykes-Picot que pretende dividir cada país musulmán en Estados pequeños a través del fuego de la sedición sectaria, religiosa y tribal entre sus hijos».
Fatal casualidad.- El obispo de los cristianos coptos en Alemania, Anba Damian, advirtió por carta al Gobierno de Berlín, horas antes del atentado en Alejandría, de posibles ataques terroristas contra su comunidad en suelo germano, según confirmó ayer el Ejecutivo.
En el país centroeuropeo viven actualmente unas 6.000 personas de confesión copta, la mayoría egipcios, principalmente en el sur y en el oeste.
Asimismo, el obispo Damian acudió a la emisora de radio Bayerische Rundfunk, donde explicó que circulan en internet planes para atentar contra su comunidad en Alemania durante la noche del 6 al 7 de enero, cuando esta rama del cristianismo celebra su fiesta navideña más importante.
Un portavoz del Ministerio del Interior confirmó que las fuerzas de seguridad ya están en contacto con los representantes de este credo, aunque señaló que no se había producido una amenaza concreta.
Mientras, la canciller, Angela Merkel, envió un telegrama condenando la masacre al presidente de Egipto, Hosni Mubarak.
Rusia.- Varios atacantes sin identificar incendiaron el pasado domingo una iglesia con una granada en el Cáucaso Norte, una zona de mayoría musulmana, lo que supone el último acto de violencia en una región en la que el Gobierno ruso intenta contener la insurgencia islamista, que viene encabezada por jóvenes yihadistas.
