La reciente operación de la Guardia Civil y la Agencia Tributaria contra el fraude de hidrocarburos en varias provincias españolas, que se saldó con decenas de detenidos, ha sido solo uno de los muchos hitos ocurridos en los últimos meses que, sumados a la escalada constante de tarifas que acumula el sector, han colocado a las estaciones de servicio nacionales en el centro de la polémica de la economía doméstica.
La pasada semana, el precio de la gasolina volvió a marcar máximos desde septiembre de 2013, dejando el litro de combustible en 1,428 euros. Sin embargo, «no hay una relación directa» entre la subida del coste y la llegada del período estival para el secretario de la Agrupación Española de Vendedores al Por Menor de Carburantes y Combustibles, Víctor García Nebreda. Y es que los precios de las estaciones de servicio dependen de las tarifas fijadas por los operadores, «que son los que nos venden el producto a nosotros», explicó. De este modo, el empresario mantuvo que «nosotros solo repercutimos un pequeño margen de los precios totales en lo que pagan finalmente los clientes», para poder mantener los costes de la estación.
«Evidentemente, el mercado se mueve por la oferta y la demanda, con lo que las tarifas del producto se pueden ver elevadas por un incremento del consumo en los meses de verano, del mismo modo que ocurre con el gasóleo en invierno por el mayor uso de las calderas. Así pues, no subimos el precio porque llega julio y vamos a tener más clientes. Pero si ese mes nos venden el producto más caro, tenemos que suministrar más caro a nuestra vez», apuntó el responsable de la agrupación.
«Es cierto que el aumento de las tarifas de los carburantes se trasladan con más rapidez al cliente que las bajadas», reconoció García Nebreda. Es el proceso que se conoce como el efecto flecha y pluma (porque el precio sube con la celeridad de una flecha pero baja con la lentitud de una pluma). Por ello, destacó, «uno de los grandes problemas con los que lidia el sector nacional es la fiscalidad de las comunidades autónomas, que hacen variar los costes generando el llamado efecto frontera».
De esta forma, este experto lamentó que «España te lo recorres con un turismo y no tiene sentido que pases por cuatro regiones con fiscalidades distintas», e insistió en que «en lugares como Castilla y León, los consumos han bajado pues se trata de un punto de paso». Esta autonomía es más cara que otras colindantes, como Madrid y el País Vasco, debido a la aplicación del céntimo sanitario, por lo que «todos los transportistas pasan de largo».
COMPETENCIA INJUSTA
El representante de los vendedores al por menor de combustibles denunció, además, que, en España, «peligran unos 15.000 empleos» por el decreto del Gobierno aprobado en febrero de 2013 y que permite ubicar gasolineras desatendidas en zonas comerciales. «No se puede hacer una Ley de Fomento del Empleo y aprobar esto», criticó. La norma autoriza a colocar surtidores automáticos sin personal en determinados puntos de ámbito comercial, por lo que la competencia será injusta para las gasolineras que pagan unos sueldos y ofrecen un mejor mantenimiento de sus instalaciones.
