La sala del juicio de la ‘Operación Puerto’ viajó ayer en el tiempo hasta mayo de 2006 para revivir a través de las llamadas telefónicas intervenidas al médico Eufemiano Fuentes un trepidante fin de semana de ‘narcodoping’ en Madrid.
Entre el viernes 12 y el lunes 15, una semana antes de su detención, se registraron decenas de conversaciones en los que el principal acusado habla con ciclistas y colaboradores sobre ‘polos’, ‘Siberias’, ‘bocadillos’ y ‘pizzerías’.
«Utilizan una jerga parecida a la de los narcotraficantes», aseguran abogados del proceso con experiencia en casos de drogas.
Siguiendo el hilo de las llamadas es fácil reconstruir lo sucedido durante unos días en los que Fuentes atiende las necesidades de dopaje de varios ciclistas y se reúne con Manolo Saiz.
El fin de semana empieza con la llegada de Fuentes desde Canarias a la capital, donde lo recoge Ignacio Labarta. Poco después, llama a su socio, Merino Batres, y le recrimina la falta de material necesario para el tratamiento de la sangre con la que sus clientes se realizan las autotransfusiones.
Falta glicerol (un crioprotector necesario para mantener intactos los glóbulos rojos al congelarlos) y SAG-Manitol (un conservante). Ambos ingredientes son necesarios en el proceso de las costosas máquinas APC-215, que permitían congelar la sangre y mantenerla durante mucho más tiempo.
«He quedado con gente que viene de Italia y Alemania», le lanza Fuentes a Merino, que urgido por su socio idea una solución: «Si no tienes SAG-Manitol, utiliza suero glucosalino, con el que hemos estado lavando los cacharros esos».
«Me has salvado la vida», le responde Fuentes, que se había comprometido a enviar ‘polos’ (bolsas de sangre) a varios corredores que están disputando el Giro. «Birillo (Ivan Basso) ha llamado, que quiere más, y el otro (José Enrique Gutiérrez) también».
El sábado, el médico vuelve a cargar sobre la conciencia de su socio. «José, estoy al límite. No he dormido. Acaba de venir ‘Manos Pequeñas’ (el correo de Basso) y no he podido preparar los ‘polos’. Este fin de semana le íbamos a preparar un bocadillo. Si no hay salchichón, pues ya buscaré chorizo, queso o mantequilla», insiste.
Fuentes contacta más tarde con Labarta, con quien se desahoga criticando a ‘Obelix’ (apodo de Merino Batres) y a quien cuenta que ha comprado «a su señora» un congelador llamado ‘Siberia’.
También confirma a Manos Pequeñas, con quien habla en italiano, que los «zapatos» (la sangre) para Basso están listos. Mientras tanto, el médico está intercambiando SMS con el ciclista alemán Jörg Jaksche, que lo espera en un hotel para una extracción.
Después del mediodía recibe un mensaje de su colega Markus Choina, que le confirma que ha enviado a Labarta el paquete con medicamentos dopantes con el que será detenido una semana más tarde. «Precio total 680 euros».
Fuentes está agotado, pero feliz por haber sacado el trabajo adelante. «Menos mal que aprendí y lo pude hacer todo yo», le dice a su mujer. La satisfacción se le disipó pronto: al día siguiente se reunía con Saiz, pero ocho días después, el 23 de mayo, la Guardia Civil los detenía a ambos. Estallaba la famosa ‘Operación Puerto’.