El Embalse del Pontón Alto, situado entre Segovia y el municipio de La Granja, se ha convertido en ese lugar que la mayoría de las familias o amigos consideran adecuado para pasar los días de verano.
Las altas temperaturas que la ciudad experimenta durante esta estación son la excusa perfecta para alejarse unos kilómetros del núcleo urbano y establecerse por unas horas en la tranquilidad que ofrece el campo, y mucho mejor si hay al lado un ‘charco’ de agua en el que meter los pies.
No sólo son los segovianos los que se desplazan hasta este lugar, sino que también hay madrileños que durante el fin de semana se animan a venir a la provincia para evadirse del ruido y el calor propios de la Comunidad de Madrid.
A estos factores hay que sumarles que la crisis económica es un gran condicionante a la hora de que las personas tomen la decisión sobre dónde pasar el día. Las opciones para refrescarse en la provincia son reducidas, pues las dos mejores alternativas son la piscina o el río, siendo la primera un gasto que para, por ejemplo, familias numersosas es costoso, haciendo del río la opción más económica, y por qué no, la más aventurera.
Aunque algunos definen al Pontón como un lugar idílico donde bañarse, tomar el sol y disfrutar de la naturaleza no es así, pues lo que la mayoría no saben, o hacen caso omiso, es que en realidad está prohibido el baño en el pantano.
Esta prohibición no es por gusto ni por placer —como piensan algunos— sino que varias personas han perdido la vida en estas aguas en las que el río Eresma desemboca. Lo que parece una zona tranquila, en calma, en realidad es una zona en la que no deja de haber fuertes corrientes, a las que se suman ramas de árboles, troncos, hierros y todo tipo de objetos en el fondo del pantano que resultan muy peligrosos para los bañistas.
Aunque se han hecho campañas de concienciación para las personas que no saben sobre estos peligros, y aunque haya carteles próximos a las orillas del pantano, la gente hace caso omiso a estos consejos y prohibiciones, y sigue bañándose en este lugar. Unos lo hacen por ignorancia sobre la normativa y otros lo hacen porque “es absurda la prohibición”, como señala uno de los bañistas del lugar. Son diversas las opiniones sobre la normativa y también diversas las ideas de posibles soluciones para que esto se acate, pero en realidad todas las personas que van al lugar y se bañan llegan a la misma conclusión, “la prohibición es una bobada”. Una pareja de turistas procedentes de Benidorm eligieron este lugar por primera vez para pasar el día ya que “es un lugar bonito donde nos podemos bañar y además estamos frescos”. Al enterarse de la normativa sus caras de asombro fueron visibles, y estuvieron acompañadas de “¡anda ya, menuda tontería!”. Tras explicarles los peligros que hay en el embalse siguieron nadando sin ninguna preocupación. Al igual que esta reacción, por desgracia, son las del resto de personas que pasan el día allí refrescándose en las aguas del Eresma.
Personas que llevan años llendo al lugar y prácticando todo tipo de actividades en el agua no sabían que estaba prohibido, y al enterarse mantenían que lo seguirían haciendo. Hay quien lo considera un lugar encantador, y una prohibición de este tipo supondría que lo dejase de ser.
Puede que la sociedad actual se haya criado en una atmósfera en la que las prohibiciones en realidad dan un poco igual, o puede que la mentalidad de las personas no llegue a ser consciente de la realidad, y hasta que no se vive en primera persona no se deja de hacer, pero ¿es necesario llegar a ello para acatar una norma?
Algunos bañistas piensan que en estos casos las personas deben ser prudentes, y que con ello el problema está solucionado, ya que “en una piscina un niño de dos años que no está vigilado se puede ahogar, como aquí alguien que no es prudente o no sabe nadar, si no sabes no te metas al agua”, afirmaba un madrileño que lleva años frecuentando la zona. También hay mucha gente que por su experiencia en la zona se confía, “lo conozco de toda la vida y me gusta, además es una tontería, eso dicen de todos los pantanos”, señalaba un padre que pasaba el día con su hijo en el embalse.
Entonces ¿cuál sería la mejor medida para evitar estos baños? Son diversas las opiniones que dan respuesta a esta pregunta, pues quizás lo mejor sea que haya seguridad, ya que, se sabe que la gente no va a dejar de bañarse, o ¿lo mejor sería multar a las personas que lo hagan? ¿y si en los carteles se advierte de los riegos reales que el baño podría acarrear? En realidad hay varias soluciones para acabar con el problema, pero ninguna de ellas se lleva a cabo.
