El 14 de julio de 1972, la orden del día en la Academia de Artillería anunciaba la entrega de despachos a los alumnos de la 260 promoción del arma, que iniciaron aquel día su carrera militar con su flamente despacho de teniente bajo el brazo tras completar su formación en el centro de enseñanza militar.
Cuatro décadas después, aquellos ilusionados oficiales regresaron ayer a la Academia exhibiendo en muchos casos en sus galones divisas de mayor rango para conmemorar aquel día en un acto que tuvo lugar en el patio de ordenes del antiguo convento de San Francisco, al que asistió una formación de alumnos del centro y que fue presidido por su general director, Alfredo Sanz y Calabria.
Tras la lectura de la orden que recordó el inicio de su carrera militar, los veteranos oficiales pasaron de nuevo por el estandarte del centro para tributarle su postrer homenaje, al que también se sumaron un buen número de familiares que les acompañaron en este acto.
En nombre de los alumnos de la 260 promoción, el general Luis Diaz-Ripoll Isern tomó la palabra para pronuniciar un breve pero emotivo discurso en el que unió algunos de los recuerdos comunes de su paso por la Academia con el balance de una dilatada carrera militar. Díaz-Ripoll —que fue director de la Academia de Artillería— aseguró que los integrantes de esta promoción “podemos decir con la cabeza bien alta y el corazón henchido de orgullo que hemos cumplido con lo que se nos ha pedido en cada momento, y hemos aportado a nuestra querida España lo que ésta nos ha demandado”.
Además, tuvo un recuerdo para los compañeros de promoción fallecidos y también se dirigió a los alumnos para pedirles que “se dejen llevar por los vaivenes de la profesión siempre bajo las virtudes castrenses que se os inculcan en este centro”.
Por su parte, el general Sanz y Calabria se dirigió a sus compañeros de armas para asegurar que este acto “no es una despedida, sino un relevo de oficiales a otros que ocuparán su sitio próximamente”. Asimismo, aseguró que en estos nuevos tiempos, los artilleros “necesitamos de su reflexión y de su consejo”, y les pidió que se adscriban a sus unidades y permanezcan en contacto con ellas, ya que su experiencia “es demasiado valiosa para que la tiremos por la borda”.
