Ahora que las fiestas covidianas han terminado conviene hacer un repaso de sus fastos y eventos. Es fácil suponer que los lánguidos festejos taurinos habrán supuesto un gasto de más de cien mil euros del tesoro público para el solaz de una minoría. Me pregunto ¿Qué pensaríamos se hubieran empleado esos euros en el Concierto de una Filarmónica de nombre para disfrute de otra minoría?¿Y si se hubieran dedicado al espectáculo de una gran compañía nacional de teatro? o ¿qué hubiera pasado si ese dinero se hubiera gastado en un gran festival de música, búlgara por ejemplo, dedicado a otra minoría? Cualquier elección es discutible. Por eso, quien toma la decisión debe explicarla, justificarla y presentar las facturas de los costes totales porque es responsable del dinero de todos.
Los tiempos cambian, la sensibilidad social también y con ella la percepción que se tenía de las consideradas tradiciones inamovibles. Todo pasa. También la afición por los toros. Sin entrar a juzgar si es cultura o no, simplemente hay que constatar que las plazas de toros cada vez están más vacías y que ya no es una afición social de primer orden, ni siquiera mediano. Hay otras muchas posibilidades artísticas y culturales para llenar ese vacío que puedan dejar los festejos taurinos. No es ningún drama, ni debe tomar un cariz político. Es una simple percepción sociológica que obliga a mayor responsabilidad en los usos del dinero de todos. Por contra, el estreno de “Cierva acosada” de Alfonsa de la Torre, ha sido todo un ejemplo de colaboración, buen hacer, apoyo popular y, sobre todo, del empleo riguroso de los escasos recursos, mientras otros dilapidaban a manos llenas.
