A nadie le va a importar, pero acabo de ver terminar el año y no tengo ganas de ‘jota’. Ya sé que es necesario hacer de la ‘necedad’ virtud, mas la caída de la hoja y el fin de año son ‘materias’ para las que mi persona no encuentra solución en lo anímico. Algo parecido deben sentir aquellas familias en Cataluña cuando piden unos minutos más del castellano en los estudios de sus hijos. Los tribunales les dan la razón en sus planteamientos y los gobiernos, dos, –dirigidos por políticos-, obvian las sentencias ¿Qué opción les queda a ellos ante la negativa a cumplir lo que es evidente y justo? Frente al político, ninguna. A nadie –obviando el colectivo ya descrito-, podrá extrañar que el estado anímico de estos ciudadanos no esté para celebraciones.
Si me lo permiten, y si no también –que es cómo actúan determinados políticos-, voy a cambiar de camisa (o de marca de chocolate), me tomo un par de dosis antianímicas para ir por otro camino y vuelvo para contarles lo que quería. Lo de arriba se debe, exclusivamente ¿o no? al estado de ánimo de este ‘colega’. Por ello cambió de opinión, que no de mentira, y les cuento a lo que iba y no fui.
Desigualdad
Es un mal, el que se describe, que ha existido ayer, existe hoy, existirá mañana y por los siglos de los siglos. Miles de detalles al respecto. Ejemplo. Una desigualdad de libro: el alumbrado, cuando llegó a la ciudad, se quedaba con todo la parte que ocupaba la nobleza. Ejemplo: cuando se instalaron 162 farolas se dispuso que éstas deberían alumbrar desde Santa Isabel a la Almuzara y acabar en la Canongía, frente al Alcázar ¿Los demás vecinos? Qué quieres que te diga. Circulaban de noche por sus calles agarrándose a las paredes. Pagaban igual; recibían mucho menos.
La desigualdad era tan manifiesta que, otro ejemplo, en el siglo XVIII los apoderados de la Fábrica de Paños, con más de 200 trabajadores, enviaron un escrito a los regidores de la ciudad (ayuntamiento) en el que se les pedía que asignaran en la zona un médico ‘de los que habitan en el Casco’.
Al respecto, se deja constancia que arrabales no eran solo San Marcos y San Lorenzo. Que no. Lo eran también El Salvador, Santa Eulalia, San Millán… por ello los citados escribientes dejaban constancia… ‘Los habitantes soportan la misma carga de impuestos y con ellos la injusticia es absoluta. Ellos forman también una parte importante de la población… todos estos ciudadanos son los que pueblan ‘la otra’ agrupada en el recinto de la muralla’.
Sucedía que… tanto la nobleza como la iglesia se habían situado en la parte del ‘cogollo’ dentro de la muralla donde habían formado una ciudad aislada ¿Muralla clasista? Sí. En pura lógica la relación entre una y otra parte de la sociedad no fue ‘bonita’. Ahora, pese a que siempre hubo ricos y pobres, las diferencias son más notorias, notables y… amparadas por ley.
¿Conoce el lector algún caso similar o tangente en la actualidad española? Piénselo despacio, si falta hiciere, que no tengo prisa.
El obispo Gallo
La diócesis de Segovia estuvo regida en el corto período de dos años (1577-1579), por el burgalés Gregorio Antonio Gallo de Andrade, que además de contar con un buen cerebro, ayudo/colaboró hasta donde le dejaron en actividades de casas reales. Fue amigo y enviado especial a Francia de parte de Carlos V y después de Felipe II. También confesor de la reina Isabel de Valoais. Estaba bien situado.
También destacó, y de qué forma, en los estudios. Fue maestreescuela en Salamanca. El más alto cargo universitario, ejerciendo de catedrático en 1559 en la referida universidad. En materia de publicaciones dejó escrito un minúsculo librito: ‘Reglas para predicar’. Lo he leído. Es ‘majo’.
Poco antes de morir el señor obispo dejó dos cartas de donación a su sobrino Diego López Gallo, regidor de Burgos y sucesor del mayorazgo que había fundado su padre. Las referidas donaciones, que sacó a la luz Manuela Villalpando y publicó en Estudios Segovianos, fueron un anillo de diamantes, regalo que le hizo la reina de Francia, Catalina de Médicis, y un reloj, regalo del entonces Emperador francés, Fernando, de cuando Gallo estuvo en Alemania por deseo de Felipe II para asistir a ‘las disputas de los herejes’. Pues eso.
También fue obispo de Orihuela. Falleció en Segovia el 25 de septiembre de 1579. Sus restos fueron trasladados a Burgos. Está enterrado en una capilla del convento de Santo Domingo.
Sonría, por favor
Inicios del siglo XX. Vecino de Hontoria que se presenta en la Inspección de Vigilancia e interpone una demanda contra el dueño del automóvil matrícula 77 M, en la que expone: ‘Cuando me desplazaba por la carretera con mi carro de trabajo y una yunta de vacas, a consecuencia de haber asustado a éstas el coche mecánico, y a resultas del cual una de las reses se asustó, realizó un brusco movimiento perdiendo una de sus astas’.
‘Por lo expuesto, pido que se castigue al conductor y repare económicamente las daños producidos’.
El problema para el funcionario que tenía que resolver estaba en que la normativa nada recogía sobre el asta en cuestión ¿Cómo se podía sancionar si sobre cuernos no había nada escrito?
El campo en la ciudad
El barrio de San Esteban, siglo XVI, se centraba en la Plazuela del Vallejo. Descripción. Su parte norte estaba ocupada por cercas, sembradas de hierba, azafranales, huertas con parras, higueras y zarzales. Las casas/vivienda de las Canongías (claustra y ‘sede’ de los Canónigos) disponía de pequeñas huertas y jardines.
¡Ojo! El agua llegaba del caño de la Misericordia, después conocido como Caño Seco, situado frente al hospital (y ahí sigue), y del arroyo –ya sería menos-, del Vallejo, formado a través de aguas –o algo parecido-, que descendían por Escuderos. Eran las que después regaban huertas y jardines.
Las aguas escasamente limpias del Vallejo… por cierto en la referida plazuela se ubicaban las carnicerías del Cabildo, además de un horno. El complejo, comercio/industria, lo tenía en arriendo un ‘tal’ Fernando Godino, que después dejó el negocio a su hijo Juan… también Godino.
