Siempre me han generado curiosidad los deportes que se alejan un poco de los focos mediáticos. Y de un tiempo a esta tarde me llama la atención el futgolf – me permito castellanizarlo – que no es más que un híbrido entre fútbol y golf que a priori puede parecer una pamplina para ociosos, pero que no deja de ser una especialidad que tiene sus matices interesantes.
La sencillez de las normas es probablemente uno de sus fuertes, porque conjugar la potencia con la precisión no está exento de dificultad. Aun así, y poniendo por delante que no he jugado al golf, me parece a priori más sencillo de practicar esta evolución futbolera.
Y también he descubierto – algo tarde, que tiene veinte años – el colpbol. Se trata de una especialidad colectiva en el que se enfrentan dos equipos mixtos de siete jugadores en un espacio con dimensiones idénticas a las del fútbol sala o balonmano. El objetivo es meter gol en una portería que puede ser de los deportes antes mencionados, a base de golpeos a un balón adaptado con la palma de la mano, aunque se puede usar el brazo, la cabeza o la parte superior del cuerpo. Su utilización se circunscribe al ámbito escolar, aunque también hay competiciones. Es un invento español, caramba, y por lo que me cuentan quienes lo practican puede ser muy divertido.
Practicar deporte a cualquier edad es indispensable para llevar una vida saludable, pero a veces nos obsesionamos con centrarnos en especialidades que son, digamos convencionales. Solo es cuestión de investigar un poco para encontrarnos de bruces con actividades físicas que se escapan de la norma.
