Debo confesar que en la manifestación del domingo pasado me sentí comunero otra vez. Y fue una gratísima sensación, porque creo que hay un importante paralelismo entre esta manifestación y la reacción de los Comuneros en su día. Porque, vamos a ver, ¿en qué consistió la revolución de los Comuneros?
Pues en primer lugar se negaron a someterse al capricho del Soberano y nosotros lo que hicimos fue manifestar nuestra oposición ante el “capricho” de Sánchez, que se trata de una grandísima deslealtad hacia España de la que tendrá que rendir cuentas algún día. Pero los comuneros también se rebelaron contra los flamencos, que pretendían esquilmar España como ahora pretenden los separatistas, esa indigna casta reaccionaria que busca la confrontación y el odio entre españoles, cuyo objetivo es impedir que seamos libres e iguales y que coloca a los socialistas en posición de servidumbre. Y lo peor es que tienen el beneplácito de Sánchez y de todos los diputados que le apoyan incondicionalmente, es decir, ese “equipo olímpico de opinión sincronizada” que al parecer está dispuesto a votar contra los intereses de sus conciudadanos siguiendo las instrucciones del mando.
Se ve que desconocen que en la época de los comuneros una oleada de indignación descargó sobre los procuradores culpables de complacencia hacia las intenciones de la Corte.
Pero da la impresión de que ya no quedan representantes de la soberanía nacional porque se han convertido en funcionarios del partido. El propio Javier Sáenz Cosculluela, ex ministro con el PSOE, con quien tuve el placer de coincidir en el Congreso, acaba de enviar una demoledora carta a quien él denomina “mudo y servicial” Comité Federal del PSOE.
Pero también los comuneros vieron que Castilla iba a ser sacrificada a unos intereses que no eran los suyos, como nosotros hemos visto y estamos comprobando, que se pretenden sacrificar los intereses de todos los españoles en favor de los enemigos de España. Además, somos conscientes de que los intereses de la patria no coinciden con los de Sánchez. Por tanto, igual que con los comuneros hubo una reacción popular muy dura que pretendía terminar con el absolutismo regio y también con la explotación de España por los extranjeros, ahora está habiendo una reacción popular, pero pacífica, para impedir los desleales proyectos de Sánchez, un gobernante sin escrúpulos que antepone su desesperado afán por gobernar a cualquier precio y que deja que España sea explotada por sus enemigos.
Y respecto a esto último, me voy a permitir entresacar unas líneas de un durísimo artículo de Juan Luis Cebrián en El País del día 13 contra la amnistía y contra el mercader de los siete votos: “Coincido con quien atribuye a Sánchez ambiciones desmedidas, pero quizá el más grave de sus defectos sea la incompetencia”. Y más adelante añadiría: “Una mente huérfana de referencias morales”. Cebrián dixit.
Como aquellos comuneros en el s.XVI, hoy los ciudadanos se niegan a someterse al capricho de Sánchez, el perdedor de las elecciones, que en su desmedido afán por mantener el sillón, podría propiciar un roto descomunal a la España democrática de consecuencias imprevisibles. Y como prueba de que los ciudadanos no están de acuerdo, un buen amigo me envía la lista de las instituciones que rechazan el ataque socialista al Estado de Derecho. Es impresionante. No sólo se trata de partidos políticos y gobiernos de autonomías, porque en el listado también hay una ingente representación del Poder Judicial, Fiscales, Abogados, Letrados, Procuradores, Notarios, funcionarios del Estado, representantes del mundo académico, organizaciones empresariales, profesionales del comercio, y también medios de comunicación españoles y extranjeros. Esta vez no podrán con nosotros.
