En la actualidad los incendios están proliferando en todos los lugares del mundo de una manera alarmante, generando problemas medioambientales serios. El cambio climático existente, que agudiza los efectos perniciosos tanto del fuego como del agua, provoca periodos de sequía prolongados como la ola de calor que estamos sufriendo en España, Portugal y sur de Europa.
Estas sequías prolongadas, crean un caldo de cultivo propicio para la generación de incendios, muchos de ellos provocados por la acción del hombre, exigiendo lo máximo a los Cuerpos de Bomberos de todo el territorio nacional, con la colaboración de la Unidad Militar de Emergencias (UME), o de las múltiples dotaciones de voluntarios locales de Protección Civil, o voluntarios de las localidades afectadas o colindantes. A todos ellos, vaya por delante nuestro reconocimiento por una labor encomiable.
Uno de los problemas medioambientales más importantes que provocan los incendios, son las afecciones que provocan a los sistemas hídricos, tanto en aguas superficiales como en aguas subterráneas. Asiama entiende el agua y el medio ambiente, como elementos vitales de nuestras vidas y de la mayoría de actividades humanas. Por lo tanto, cuando un incendio afecta a una edificación, a una zona de cultivos, a los montes, o cualquier otro entorno natural, se produce además de los efectos que se perciben a primera vista, otros que no se ven tanto pero que sí están presentes.
España tiene casi 28 millones de hectáreas de superficie forestal, de las cuales, 18,5 millones son bosques, ocupando el tercer lugar de superficie boscosa de la Unión Europea, solamente por detrás de Suecia y Finlandia. Esta superficie forestal (28 m) equivale al 54,80 % del territorio nacional, y los bosques suponen las 2/3 partes de la superficie forestal, lo que significa una importancia estratégica a tener en consideración. En los últimos quince años, el noroeste peninsular ha sido el territorio más afectado con casi la mitad de toda la superficie quemada, con una media de unas 120.000 hectáreas/año quemadas.
Uno de los factores principales que están generando el cambio climático es el calentamiento global del planeta, provocado mayoritariamente por gases de efecto invernadero (GEI), donde el CO2 representa el 83 % del total de estos gases. Un 25 % procede de la industria y un 23 % procede del suministro de energía eléctrica, gas y agua. Y otro elemento que ha entrado recientemente a agudizar estos efectos y aumento del CO2 son los incendios. Como ejemplo, el incendio sufrido en Australia hace un par de años, donde se estima que murieron varios millones de animales y se emitieron a la atmósfera 400 millones de toneladas de CO2. Esto ha provocado desajustes a nivel mundial del CO2.
La relación directa entre la subida de la temperatura a nivel mundial y el incremento en la concentración de CO2 en la atmósfera en un hecho constatado. Es un axioma en toda su extensión, y la humanidad tiene que tomar medidas para regular este problema. La humanidad tiene que empezar a pensar qué tipo de mundo quiere para el futuro, qué mundo dejaremos a las generaciones venideras si no conseguimos un planeta sostenible.
Todas las afecciones al medio ambiente comentadas, tienen su repercusión sobre la pérdida de calidad de las aguas en general. Si bien es cierto, la concienciación que se está realizando por parte de instituciones públicas y asociaciones medioambientales, entre ellas Asiama, está dando sus frutos.
El consumo medio en los hogares españoles es de 128 l/hab/día, debido al consumo racional y eficiencia en los usos domésticos, uno de los más bajos de la Unión Europea. La dotación media para abastecimiento urbano, incluyendo todos los usos urbanos y el agua no registrada, se sitúa en 237 l/hab/día. Con respecto a la agricultura, se tiene un consumo estable en torno a los 15.500 hm3/año, gracias a la incorporación de nuevas técnicas y mejoras en los regadíos. El 40 % del agua para regadío se distribuye por goteo, el 33 % por gravedad y el 27 % por medio de aspersión.
Pero los incendios, además de echar a perder grandes superficies de terreno durante años, no solamente por la vegetación quemada, sino por los residuos y subproductos de los incendios como las cenizas, producen alteraciones en el terreno más superficial debido a las altas temperaturas que sufren durante el incendio. Con las primeras lluvias posteriores al incendio, se producen arrastres que contaminan arroyos, ríos, riberas, lagunas, etc., y además, introducen en el subsuelo por infiltración, parte de compuestos perniciosos que llegando a contaminar las aguas menos profundas. Por ello, es importante tomar medidas lo antes posible, para evitar o minimizar estos efectos sobre el entorno hídrico.
En Asiama se está investigando para esclarecer los efectos más importantes que genera un incendio en los sistemas hídricos del entorno
En Asiama se está investigando para esclarecer los efectos más importantes que genera un incendio en los sistemas hídricos del entorno más inmediato de la zona afectada por el fuego, tomando como referencia el incendio ocurrido en agosto de 2019 en la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama en la provincia de Segovia (España).
Es un hecho constatable, que debido a la mayor ferocidad y virulencia de los incendios forestales en los últimos años, donde el cambio climático tiene mucho que ver, los equipos aéreos y la maquinaria pesada toman mayor relevancia en la extinción de los mismos. Pero para que esto sea efectivo, cuando se dispone de masas de agua cercanas a la superficie forestal, como embalses, lagunas o similares, la efectividad de estos medios aumenta considerablemente, y la superficie quemada disminuye en la misma proporción.
Los resultados obtenidos hasta el momento han puesto de manifiesto, que es fundamental durante la extinción de incendios forestales disponer de masas de agua cercanas a la zona de actuación, y una vez sofocado este, realizar una rápida actuación sobre el control de los arrastres a los cursos de agua. Estas masas de agua, a su vez, funcionan como depósitos de retención y decantación de los posibles arrastres que puedan producirse en lluvias posteriores a la extinción del incendio. Pero conviene a su vez, que lleguen a ellas el menor número posible de arrastres y subproductos.
Con precipitaciones de intensidad moderada a elevada, las aguas superficiales reciben contaminación por cenizas y otros subproductos. Para precipitaciones de baja intensidad, la contaminación principal se produce por percolación a las aguas subterráneas. Las afecciones hidrodinámicas más reseñables que provocan los incendios en las aguas superficiales, son el aumento de velocidad de aguas de escorrentías y el aumento de arrastres, todo ello debido a la pérdida de la capa vegetal y a la solidificación de la capa superficial del suelo y, en las aguas subterráneas, el descenso de niveles piezométricos por pérdida de percolación. (Ignis aurum probat, miseria fortes viros. Séneca).
(*) Presidente de Asiama.
