Sobre una Biblioteca Municipal ‘Cronista Herrera’ hasta la bandera, Ángel Gómez (Vegafría, 1948) presentó en Cuéllar su primera novela llamada ‘Los humores de la Tierra’ en un acto guiado por su amigo y periodista Pablo Maderuelo. En ella, el escritor definió su obra como un libro que “proyecta olores, sabores e imágenes que a mí me llevan a la niñez”; añadiendo que “tiene sonido e imágenes”.
Una primera obra que dio su pistoletazo de salida desde el escenario también con Miguel Cubero, amigo y compañero de Gómez, junto a Carmen Valentín, una de las primeras lectoras, y Amado Carabias, responsable de la editorial La Isla del Naufrago que fue la encargada de que la novela viese la luz.
Precisamente éste último reveló en el acto detalles acerca de ese proceso previo a la publicación de la obra y confesó que se trata de un libro que cuenta con lectores distribuidos por España antes de la salida y que todos ellos coincidían en que la novela “merecía mucho la pena”.
Por medio del crecimiento de Gabriel en Toarbás, una aldea rural como reflejo de muchos pueblos segovianos o castellanos, el escritor muestra temas en la novela como son el tormento de una vida, el campesinado o el sometimiento a la servidumbre en un mundo rural que marcha hacia la nada. “Es un drama intenso que provoca emociones y sensaciones turbias a veces”, sintetizó Gómez sobre la obra que transcurre en los años 50 del siglo pasado.
De esta manera y, a sus 76 años, Gómez se ha lanzado a escribir su primera novela, esa que compuso hace ya seis años y a la que dedicó cuatro años mientras otros tantos mantuvo el manuscrito guardado en el cajón. Ahora, desde la jubilación y dejando de lado sus ocupaciones laborables y aficiones, ha decidido sacarla a la luz.
Por último, en el acto Gómez habló también sobre el título del libro, que hace referencia a “los fluidos que la tierra lanza” entre los que se encuentran la escarcha, el rocío o la calima. Aún así, fue el propio escritor quién confesó que las indecisiones lo llevaron a cambiar el nombre hasta en dos ocasiones, siendo ‘Aquella madrugada’ la primera opción y ‘El canto de la collalba’ la segunda para acabar decantándose por ‘Los humores de la Tierra’.
La novela, escrita con una prosa sin artificios lingüísticos, a veces lírica, al modo de Castilla, se afana en recuperar vocablos que antaño formaron parte de la cultura rural y que hoy se pierden, al mismo ritmo que la tierra campesina pierde a sus gentes.
En ella, Gómez retrata el alma campesina durante uno de los momentos más desgarrados de la historia de Castilla y sus páginas muestran al lector la aldea, el campo, la soledad, el silencio de la posguerra, malos tratos ocultos, una madrugada de horror, el amor y la muerte, varios crímenes, la migración o los abusos de poder. n
