El Ministerio de Agricultura ha estimado una superficie sembrada de cereal de aproximadamente 1,7 millones de hectáreas en Castilla y León y en Segovia con 167.810 hectáreas en este año 2023. Sin embargo, las perspectivas de esta cosecha son negativas por la falta de lluvia, de modo que los agricultores deberán soportar los costes invertidos en la plantación, con el aumento exponencial en el precio de los fertilizantes en estos dos últimos años. Surge la necesidad de reducir este coste.
La estrategia europea de la “Granja a la Mesa”, aprobada por el Parlamento Europeo de 20 de octubre de 2021, ha fijado como objetivos la reducción en un 50% del uso de fitosanitarios químicos (aquellos productos que protegen a las plantas frente a las plagas y enfermedades) y en un 20% el uso de fertilizantes nitrogenados (aquellos que aportan los nutrientes). Unos objetivos que pueden ser conseguidos con la ayuda de los bioestimulantes, unos productos que favorecen la asimilación de nutrientes por las plantas o las hacen más resistentes ante las enfermedades o fenómenos adversos como la sequía y las heladas. Estos bioestimulantes podrían compensar aquella reducción del consumo de fertilizantes y fitosanitarios, dado que son compuestos en su mayoría de origen natural, que dan mayor rendimiento a los cultivos, junto con una mayor calidad y vigor.
El día 16 de julio de 2023 precisamente entró en vigor el nuevo Reglamento EU 2019/1009 donde se da por primera vez una definición a los bioestimulantes, aquellos “productos cuya función consista en estimular los procesos de nutrición de las plantas con independencia del contenido de nutrientes del producto, con el único objetivo de mejorar una o varias de las siguientes características de las plantas y su rizosfera: la eficiencia en el uso de los nutrientes, la tolerancia al estrés abiótico, las características de calidad, o la disponibilidad de nutrientes inmovilizados en el suelo y la rizosfera”.
El precio de los fertilizantes se ha incrementado en un 115% desde el año 2019 (en algunos productos se ha triplicado), una crisis de fertilizantes sintéticos que amenaza a la agricultura en todo el continente. El elevado coste de la energía está provocando una subida del precio de los fertilizantes, fundamentales para muchos cultivos en España, consecuencia del descenso en la fabricación de fertilizantes a nivel europeo por los elevados precios de la energía y por la guerra de Ucrania. España tiene un grado de autosuficiencia del 80%, pero necesita importar el resto de países como Marruecos (13,9%), Bélgica (10,7%, Portugal (8%) o Rusia (3,7%).
España sigue dependiendo del mercado internacional de fertilizantes y aunque en la siembra de cereales de secano se fertiliza menos, lo cierto es que es necesario limitar esa dependencia en el sector de producción de alimentos. La reducción del 10% del precio de adquisición de fertilizantes en el IRPF no es suficiente. Los bioestimulantes a base de sustancias húmicas, aminoácidos, extractos de algas y plantas, compuestos inorgánicos, hongos y bacterias beneficiosos, permiten una mejor asimilación de nutrientes que puede reducir la necesidad de utilización de fertilizantes sintéticos, lo cual también puede mejorar la calidad de nuestros suelos. Una actividad de fabricación de bioestimulantes que puede constituir una nueva actividad económica a desarrollar en el medio rural segoviano, necesitado de un impulso generador de empleo y riqueza.
