En tiempo de prolongada sequía, la llegada de la lluvia trae la felicidad al campo, donde el agua aumenta el caudal de los ríos, llena pozos y pantanos y vivifica los paisajes yermos. Los agricultores saludan la llegada de la lluvia como alimento necesario para sus cosechas, pero si bien el agua suele ser amiga del campo y del labrador, muestra su cara menos amable cuando llega en acontecimientos en los que el buen tiempo es necesario.
La noche de Reyes, Segovia al igual que el resto de capitales del mundo, se viste de gala para tributar el mejor recibimiento a los Magos de Oriente, poniendo al servicio de Sus Majestades sus calles y plazas para acoger a los miles de niños que quieren verlos.
Ayer, la lluvia se empeñó en intentar ensombrecer la felicidad que se reflejaba en los rostros infantiles, dejando un importante aguacero durante la cabalgata; pero la magia de los Reyes transformó el ingrato fenómeno meteorológico en una lluvia de felicidad que empapó el corazón y el ánimo del numerosísimo público que se dio cita ayer para recibir a los Reyes.
Los pronósticos del tiempo finalmente se cumplieron, pero también se cumplió la voluntad del Ayuntamiento de Segovia de sacar a la calle la cabalgata “llueva o nieve”, y el espectáculo de recepción del trío real comenzó puntualmente con una fina lluvia a las siete de la tarde.
La torre del Alcázar cobró vida por unos minutos para convertirse en el heraldo del relato de la tradición que un día llevó a las tres egregias personalidades a postrarse ante un recién nacido guiados por una estrella.
El fantástico montaje audiovisual proyectado sobre el Alcázar abrió las puertas de la fortaleza para que Melchor, Gaspar y Baltasar salieran acompañados de sus cortejos entre el griterío y los aplausos de los niños congregados en los jardines de la plaza de la Reina Victoria.
Allí tuvieron lugar los primeros saludos a los niños por parte de los reyes, que rompieron el protocolo para acercarse a las vallas antes de subir a sus andas para comenzar el recorrido por las calles de la ciudad.
Los recios porteadores encargados de su transporte tuvieron un poco más de trabajo por la lluvia que, al inicio del recorrido se mostraba tenue y recatada pero firme. La música del colorista cortejo de los Magos amenizaba el trayecto con la percusión de ‘Os batucones’, el folclore de las dulzainas o la arrolladora e iconoclasta simpatía de La Trupé de la Merced, que no falla en su cita con el cortejo del Rey Baltasar.
Pero la lluvia arreciaba, y obligaba a la organización a tomar medidas para no sólo garantizar la seguridad del recorrido, sino para intentar agilizar en la medida de lo posible el cortejo. Así, se decidió que los Reyes dejaran las andas en la Plaza Mayor y continuaran el recorrido a pie sin subir en las carrozas reales, decisión que en esta ocasión enlenteció el recorrido.
Desde la Plaza Mayor hasta el Azoguejo, los reyes se dieron un baño de multitudes… y otro de agua, ya que el aguacero comenzaba ya a ser importante. Pese a ello, en ningún momento sus majestades perdieron la sonrisa ni su entrega hacia los miles de niños que les esperaban con ilusión.
En los soportales, la Banda Municipal de Música agotaba su repertorio de villancicos a la espera de los magos, y en las carpas instaladas al frente se agolpaban las familias que horas antes decidieron hacer cola para poder ser recibidos por los Reyes.
La alcaldesa Clara Luquero, acompañada por varios de los concejales del equipo de Gobierno siguió a pie de obra la llegada de los Reyes, a quienes recibió en el estrado instalado frente al Acueducto. En tres tronos cubiertos, Melchor, Gaspar y Baltasar comenzaron a recibir a los niños pasadas las nueve de la noche, y dedicaron el tiempo necesario a atender todas y cada una de las ilusiones infantiles expresadas de viva voz por los pequeños.
Hoy, cuando este periódico llegue a sus manos, a buen seguro que todas ellas se habrán cumplido, porque así son los Reyes…
