“Que me he equivocado de producto y he mezclado ácido clorhídrico con sulfato de… no… no sé lo que era. Que lo he echado, ¿sabes? y ha hecho una reacción que flipas, ha empezado a salir gas amarillo por ahí… la gente no ha podido ir a trabajar… vamos, que la he liao parda”. Supongo, estimado lector, que se acordará de aquella frase mítica pronunciada por una socorrista cuya equivocación a la hora de mezclar algunos productos químicos la llevó a salir en los telediarios. Pues es de suponer que Fran Dorado le daría más o menos la misma explicación a sus compañeros acerca del trastorno mental transitorio que le llevó a ser expulsado en la última jugada de la primera parte, cuando su equipo ganaba por 2-1 y el defensor de la Real B recuperaba un balón a la altura del lateral derecho. Es de suponer que el final de la explicación sería el famoso “… que la he liao parda, vamos”.
Porque parda la lió el interior derecho de la Segoviana a sus compañeros en el encuentro que la Segoviana jugó (en la primera parte) ante la Real B, y sufrió (en la segunda) frente a un filial donostiarra que lo vio tan fácil para remontar el marcador en la segunda que hasta su propio técnico lo reconoció posteriormente en rueda de prensa.
Antes de que Fran la liara parda, la Segoviana ya se había pegado un tiro en el pie tras una acción a balón parado en la que Durán vio pasar la pelota en lugar de saltar a por ella, y vio cómo Gaztañaga llegaba al segundo palo para hacer el 0-1. Era la primera llegada al área de los cachorros de la Real, que tocaban el balón con buen criterio en la medular. Pero en esta ocasión la Segoviana tenía sobre el campo un once que tenía la clara intención de jugar la pelota, y a ello se puso. Con una intención futbolística muy parecida a la que el equipo mostró en temporadas anteriores, poco a poco el cuadro gimnástico fue igualando el choque. Sin duda, a ello contribuyó el tanto del empate que logró David Terleira aprovechando su corpulencia tras una mala salida del portero visitante, girándose y marcando pese a que un defensa bajo palos estuvo cerca de evitarlo.
El encuentro se adentró en una fase de dominio alterno, ya que la Real ponía cierta dosis de profundidad en sus acciones, pero sin chutar entre palos, mientras que la Segoviana amenazaba llegando a la frontal con cierta claridad, pero errando en el pase definitivo. Así estaban las cosas hasta que Anel presionó con fe al defensa central del equipo visitante, le arrebató la pelota, y se la cedió amablemente a Terleira para que éste hiciera el 2-1. La afición azulgrana tocó el cielo tan rápido como Fran le bajó al purgatorio con una entrada ridícula en la línea de zagueros de la Real que le puso al árbitro en la disyuntiva de sólo amonestar, o expulsar. Como quiera que la Segoviana en Tercera es un gallito, pero en Segunda B es un novato, pues tocó lo segundo ante las protestas del respetable, que la tomó con el colegiado mientras que Maroto se aguantaba las ganas de pegarle un “soplamocos” a su jugador expulsado, que ayer se equivocó, al igual que en otros muchos partidos ha sido el mejor de la Segoviana.
La sensación en el descanso no era ni mucho menos de felicidad por la victoria parcial, sino de preocupación por lo que se venía encima, una Real B con mucha calidad en el juego de ataque ante una Segoviana con diez jugadores, dos de ellos (Víctor Pérez y Anel) recién llegados al once titular tras superar sendas lesiones. Y los más pesimistas no se equivocaron, porque el filial donostiarra tuvo muy claro por dónde tenía que atacar a la defensa azulgrana, y no tardó en sacar beneficios de ello.
Paco Maroto, que se vio obligado a dar entrada en el equipo inicial a Ramsés por una inoportuna gastroenteritis que sufrió Jesús Alonso, optó por volcar a la derecha a Maikel para que le echara una mano a Ramsés tras la expulsión de Fran. Pero esa mano le sirvió de más bien poco, porque Hervías se hizo con los dos hasta el punto de dejar al capitán azulgrana absolutamente fundido, y al mediapunta desaparecido en la construcción del juego, además de marcar el empate a dos tras marcharse de todos los rivales que le salieron al paso, y superar a Durán con su lanzamiento ajustado al palo.
La reacción azulgrana se tradujo en dos llegadas al área contraria, el primero tras un envío de Víctor Pérez al que no llegó Terleira por poco, y el segundo tras un remate del delantero azulgrana desde la frontal del área pequeña que se fue arriba. Fue el canto del cisne local, porque Maroto sustituyó a Anel llegado el minuto 60 (el técnico se había pasado la semana entera diciendo que Anel no estaba todavía para aguantar todo un partido), y se llevó la bronca de la grada, que se cargó de razones cuando, apenas nueve minutos después de la salida del campo del arevalense, Ros entraba como Pedro por su casa por el centro de la defensa gimnástica, y le entregaba el balón a Rodríguez para que éste superara la desesperada, y quizá precipitada, salida de Durán.
El resto del partido sonó como una canción tristemente varias veces repetida. El entrenador sacó del campo a Pablo para dar entrada a un delantero, y la Segoviana corrió todos los riesgos del mundo ante una Real B que ya había hecho su trabajo, remontando el marcador y dejando a los azulgrana agotados. El 2-4 definitivo no fue más que una anécdota, aunque dejó un sabor de boca demasiado amargo por la forma en la que se produjo, con Palacios fallando en su intento de ceder a Durán de cabeza. Una expulsión no debería de condicionar tanto a un equipo que marcha por delante en el marcador, pero tal y como está el ánimo de la Segoviana, cualquier revés se convierte un problemón. La intención futbolística azulgrana no tuvo premio ayer, pero marcó un camino que debe llevar al equipo a alcanzar mejores resultados a lo largo de la temporada. Siempre que la gente no se ponga nerviosa, y alguien no la líe parda, claro.
