‘La primera obligación de todo ser humano es ser feliz…La segunda, es hacer felices a los demás’. (Mario Moreno ‘Cantinflas).
Y si a ello describo que el saber no ocupa lugar y que, además, no presenta ningún tipo de inconveniente, nunca estorba y que se puede aplicar también como ampliación del conocimiento ¿me darán la razón, o no? Lo digo porque tengo la impresión de que difícilmente se puede tratar de convencer a los rígidos y poco flexibles que se cierran a nuevas ideas…, en cualquier ‘postura’ que no alcance más allá de sus narices.
Descrita la situación psicosomática, o por ahí, me dedico a las cosas que son causa motivo y razón de estas líneas.
De la información y sus ‘clases’
Muchos de los periódicos que aparecieron en Segovia a principios del siglo XX tuvieron una vida efímera. Al respecto y modo de explicación del por qué, Carlos Martín –tipógrafo, editor, director de periódicos y revistas, músico y director –también- de orquesta, escribía sobre el tema en el ‘Heraldo Segoviano’ (1935): ‘… Como todos (los periódicos) pierden dinero, que es su grave enfermedad, se cierran porque arruinarse o endeudarse hasta la cejas por sacar las castañas en favor de un ideal político…’. (Los puntos suspensivos los ‘rellena’ el lector a su gusto).
¡Oiga! Que lo anterior viene ‘pintiparado’, para entroncar con lo que ahora se intenta controlar desde la parcela gubernamental. Carlos Martín, que dentro de su libertad, creía y defendía el socialismo, al igual que otros creyeron, creen y defienden otras posturas políticas, supo ser coherente siempre con sus ideas, incluyendo ¡ahí te quiero ver! los periodos en los que ocupó cargo de concejal.
Ese sí es el camino para conseguir una convivencia pacífica ¿Qué lo impide ahora? Un radicalismo obsesivo de ideales fanáticos que propicia el ¡yo o el caos! ¿Y usted, lector, cree que esta anómala situación va a cambiar? Pregunta/respuesta: ¿se puede? ¡Seguro! ; ¿Se quiere?… ¡No! Y que ‘ca’ cual elija su desayuno.
Permítanme que acabe el capítulo con un pensamiento intransferible: ‘Los que vuelan alto tienen una caída mayor’.
Pasado del Salón
He leído que Angelina de Villafañe, viuda que fue de Juan de la Hoz, Regidor de Segovia, y el hijo de ambos, Bernardo, tenían una amplia huerta que estaba junto a las casas principales que tenía dicho mayorazgo. La huerta se encontraba junto al muro cerca de la ciudad, en linde del Rastro. Pues bien. Con licencia y ejecución real de Su Majestad, fue acordado y concertado que dicha huerta se quedara para la ciudad de Segovia y sirviera para el ensanche del dicho lugar. Luego, el paseo ya construido, lo fue en el lado sur junto a la calle, que de antiguo se llamó La Solana, cerca del Rastro o matadero de ovejas. Este se encontraba a la entrada del puente de Sancti Spiritus, al menos en el siglo XIX, dada la proximidad del arroyo Clamores, donde iban a parar sus aguas sucias.
La plata en la calle de la Plata
En ella, de antiguo, existían hornos de fundición del referido metal que abastecían las tiendas de la ciudad y de vendedores ambulantes. En sus inicios contó la calle con pequeñas casas, todas habitadas por trabajadores que su vida de sociedad la hacían desde las puertas de sus viviendas. En esa calle tuvo su ‘empresa’ el pintor ‘de brocha gorda’ Julio López Casasempere, que, al parecer, era ‘el-no-va-más’ brocha en mano. Para entonces, principios del XX, la calle llevaba el nombre de Pablo Iglesias, regresando a su primitivo rótulo en 1940. Por cierto, también se vendió en el lugar, por largo tiempo, carne de caballo.
Ahora, y desde hace años, la calle de la Plata es una avería/obra constante. No es de extrañar que los vecinos estén hasta… Permítanme al respecto una ‘preguntita’: y sí se decidiera desde el Municipio arreglarla toda de una sola vez ¿se consideraría milagro?
Otra. Estoy paseando por José Zorrilla y pongo sobre la ‘mesa’ otra pregunta ¿hay alguien que tenga responsabilidad de revisar el mobiliario urbano de la ciudad? Lo pregunto porque hay varios bancos (de madera) que se les mueven las tablas y sus inquilinos, ¡qué menos! se quejan de que ‘salva sea la parte’ (o sea, el culo sobre el mal asiento) se mueve a un ritmo ‘inapropiado’. Y digo yo que…
Cosas de plaza y toros
Para los tradicionales actos taurinos de las Ferias, año 1928, el Ayuntamiento subarrienda la Plaza de Toros al empresario y propietario de la misma Mariano Garcés, con residencia en Madrid, por lo que para cualquier interpretación o negociación del contrato nombro al segoviano Matías Cuesta, a su vez regente del Café Juan Bravo, ubicado en la Plaza Mayor.
Para saber más. El jueves cuatro de septiembre de 1930 torearon en la referida plaza Marcial Lalanda, Vicente Barrera y Manolo Bienvenida (Manuel Mejías Jiménez). Los astados eran de la ganadería de Estela Hernández. Manolo contaba con 18 años de edad.
En 1943 era propietario del coso taurino Federico Carsí Zacarés. También arrendó la plaza al Ayuntamiento, que presidía Andrés Reguera. La ciudad se obligó a pagar 8.000 pesetas. Lo hizo en tres plazos. Que en este supuesto no fueron ‘tarde, mal y nunca’. Eran tiempos donde la palabra y un apretón de manos eran garantía suficiente.
La obra del Columba
Fue a lo largo de muchas décadas en lugar/imagen de entrada a la Plaza del Azoguejo. Lleno, o casi, a lo largo de todo el día, el Café Columba (hoy edificio de Recepción de Visitantes), fue popular entre los populares. En 1940, siendo propietario Julián Duque Mate, se confeccionó un proyecto, redactado por el arquitecto Pagola, cuya obra consistió en la construcción de la tribuna/comedor del fondo del local; dotación de nuevos servicios higiénicos; reforma/ampliación de la cocina y del mostrador/bar, decoración y pintura de todo el local… Presupuesto: 50.000 pesetas.
