Un total de 76 salas de toda Cataluña cerraron ayer sus puertas en protesta por la futura ley regional del cine, coincidiendo con la entrega noche de los Premios Gaudí.
De las 740 locales comerciales de este tipo que hay en dicha autonomía, 574 no abrieron sus taquillas, lo que supuso el 75 por ciento de las salas. La única cadena que no se sumó, Luren, también está en contra de la norma que obliga a que la mitad de las películas estén subtituladas o dobladas al idioma autonómico
La Academia del Cine Catalán entregó los Premios Gaudí, pero el presidente del Gremio de Empresarios de Cines de Cataluña, Camilo Tarrazón, clarificó que su medida es «la mejor manera de aydudarla y que los galardones no pasen a la historia».
Bajo el lema Por el futuro de los cines, catalán y trabajo sí; cuotas y paro, no, el colectivo instó al resto de salas catalanas (muchas de gestión municipal que no abren cada día) a secundar la protesta.
Las «consecuencias nefastas» de la ley se explicaron en base a un estudio económico-financiero sobre el sector con datos de 2001 a 2008 recabados por el economista Josep Maria Gay.
Si en 2009 se recaudaron 130 millones de euros y se alcanzó una cifra de espectadores de 20 millones, la implantación de la norma hace prever, en el peor de los casos, un mercado catalán solo con cuatro millones de espectadores, sin libertad más que para ver películas comunitarias, porque no saldrían las cuentas para estrenar el resto.
El texto de la ley, que ya ha llegado al Parlament y que se tramitará por vía de urgencia, estipula que las películas europeas con 15 o menos copias serán las únicas que estarán exentas de incluir el catalán en el doblaje o la subtitulación. Las americanas, por ejemplo, con menos de 15 reproducciones sí deberán distribuirse la mitad de ellas en catalán. La norma ya no es general.
«Los pequeños cines tendrán que cerrar, lo que significa más paro», indicó Tarrazón, cuyo objetivo es cambiar «radicalmente» la norma para que no haya sanciones.
Mapa de los sonidos de Tokyo, Ágora y Planet 51 son largometrajes que hubiesen estado en una situación atípica, pese a ser de producción española y catalana, por estar rodadas en inglés.
Según el autor del estudio, el cine no le cuesta dinero a la sociedad, porque se financia «sin ningún tipo de ayuda», por lo que instó a «dejarlo» en paz con su «esfuerzo para seguir adelante».
