Los disturbios en Argelia por el alza de los precios de productos básicos cumplieron ayer su quinto día. El balance provisional es de dos personas muertas y más de 400 heridos, entre ellos 320 policías, según informó ayer el ministro del Interior, Dahou Ould Kablia.
El paisaje es desolador: tiendas saqueadas, edificios y coches quemados, restos de barricadas en la calles. El pánico comienza a apoderarse de la población que teme que los incidentes conduzcan a una violencia generaliza.
La primera víctima falleció por herida de bala en la provincia de M’sila, al este de Argel, y la segunda «sucumbió a sus heridas» en Bousmail, a 50 kilómetros al oeste de la capital, dijo el mandatario en la radio estatal. El ministro confirmó que la primera víctima mortal de estas manifestaciones se registró el pasado viernes, durante un intento de «penetrar en una comisaría».
Se trata, según los medios locales, del joven Azzedine Lebza, de 18 años, que recibió dos proyectiles en la localidad de Ain H’djel, en la provincia de M’sila.
Otros tres manifestantes resultaron heridos y uno de ellos murió en el hospital Mustafá de Argel adonde había sido evacuado, afirmó el periódico El Watan.
Las circunstancias de la segunda defunción, en Bousmail, «quedan por determinar», afirmó Ould Kablia. Según los medios, se trata de un ciudadano de 32 años.
El rotativo en lengua árabe Echourouk publicó ayer un recuento del Ministerio del Interior, no hecho público, según el cual había 181 heridos por las fuerzas del orden y 245 detenidos durante las manifestaciones.
En el mismo balance, que no fue confirmado, se señala que los enfrentamientos, que se iniciaron el martes en Orán, capital del oeste argelino, se han extendido ya a 18 provincias de las 48 que tiene Argelia.
La misma publicación reproduce una declaración del responsable de Interior, según la cual hay investigaciones en curso para determinar quiénes «han provocado los disturbios», y les califica de «enemigos de Interior».
Ould Kablia señaló que las Fuerzas de Seguridad han recibido la orden de no utilizar fuego real «independientemente de las circunstancias» y de evitar posibles enfrentamientos con los manifestantes.
El ministro declaró que la «ola de vandalismo y de destrucción» que se ha instalado en el país no se debe al deterioro del poder adquisitivo de la población. Desde el primer momento, la razón de esta contestación se debe al aumento de los precios de los productos de más consumo, como el azúcar y el aceite, pero los acontecimientos han sufrido rápidamente un giro y las reivindicaciones sociales han cedido el sitio al vandalismo y al pillaje.
Centenares de jóvenes, provistos de diferentes tipos de armas blancas, incluidos espadas, cuchillos de carnicero y barras de hierro, saquean bienes públicos y privados robando todo lo que se encuentran por delante.
Un consejo interministerial se reunió ayer para regular los precios de los productos básicos, como el azúcar y el aceite, cuyas subidas, desde el principio de año, han superado el 30%.
El titular de Comercio, Mustafá Benbada, dijo que aplicarán leyes sobre las prácticas comerciales, haciendo hincapié en los márgenes de beneficio.
En saco roto.- Los llamamientos del Gobierno a la calma han caído en saco roto. Los jóvenes están hartos de ver sus derechos pisoteados. «Saben que la lucha pacifista siempre ha sido reprimida. El poder es el gran actor de la violencia en la historia de Argelia», asegura Dalila Taleb, activista por los derechos humanos.
