Desmentidos y confusión con el nombramiento el pasado sábado por la noche del opositor y Premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei como primer ministro interino. Al final, el partido salafista Al Nour, la segunda mayor fuerza islamista del país, amenazó con retirar su apoyo a la transición emprendida por el Ejército si El Baradei era nombrado el encargado de la transformación política del país.
«La nominación del Premio Nobel viola la hoja de ruta que los poderes nacionales y políticos habían acordado con el general Abdelfatá al Sisi», jefe del Ejército de Egipto, según criticó el número dos de Al Nour, Ahmed Jalil, en declaraciones a la web de noticias estatal Al Ahram.
En el caso de que se consuma la designación del exdirector de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Jalil advirtió de que los salafistas retirarán su apoyo a la transición política iniciada por las Fuerzas Armadas, que el pasado miércoles suspendieron la Constitución y aupó a la Presidencia al magistrado del Tribunal Constitucional, Adli Mansur.
Al Nour nació al calor de las revueltas que depusieron al entonces presidente de Egipto, Hosni Mubarak, en febrero de 2011 y promueve la aplicación de la ley islámica (sharia) como fuente primordial de las leyes egipcias.
Por su parte, El Baradei justificó el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi por parte del Ejército y negó que se tratara de un golpe de Estado.
«Esto no fue un golpe de Estado. Más de 20 millones de personas salieron a la calle porque no se podía seguir así. Si Mursi no caía habríamos terminado en un Estado fascista o se habría producido una guerra civil», dijo en una entrevista publicada ayer por el semanario alemán Der Spiegel.
El opositor justificó por eso su apoyo a la acción del Ejército: «Fue una decisión dolorosa. Se dio fuera del marco legal, pero no teníamos otra alternativa».
Ante la pregunta por la contradicción de que un premio Nobel de la Paz favorezca la ruptura del orden Constitucional, El Baradei se defendió diciendo que Mursi «fue elegido democráticamente, pero gobernaba de forma autocrática y contra el espíritu de la democracia».
Con el objeto de enviar un mensaje de normalidad a los grupos islamistas, un portavoz de la Presidencia anunció que los Hermanos Musulmanes podrán concurrir en las nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias que se celebrarán tras el derrocamiento de Mohamed Mursi. «Tendemos la mano a todos, todos son parte de la nación», señaló.
Mientras tanto, decenas de miles de seguidores del depuesto presidente islamista Mohamed Mursi marcharon por las calles de El Cairo para exigir su puesta en libertad. Los manifestantes recorrieron la distancia que separa la plaza de Rabaa al Adawiya hasta la sede central de la Guardia Republicana, donde se cree que está Mursi.
«¡Mursi! ¡Mursi! ¡Alá es el más grande!» o «¡Pacífica! ¡Pacífica!», corearon los manifestantes ante la sede de la Guardia Republicana, donde el viernes murieron tres manifestantes. Las protestas convocadas en defensa de Mursi se han saldado con, al menos, 36 muertos y miles de heridos, según el balance oficial del Estado.
