El Policlínico ha pasado de ser un hospital a ser un gran palomar.
Mientras las instituciones y organizaciones responsables de su propiedad o vinculadas a su utilización someten al olvido este inmueble del centro de la ciudad, las palomas se han adueñado de sus tejados y de sus dependencias interiores en las que entran y salen con total libertad a través de una ventana rota. La situación ha sido denunciada por la Asociación de Vecinos del Recinto Amurallado (Avras) sin que, hasta el momento, haya visto aplicar alguna medida que frene el deterioro del inmueble.
El edificio del Hospital Policlínico, antes “Clínica 18 de julio”, permanece cerrado desde el mes de noviembre de 2008, poco después de que la Junta de Castilla y León sacará de allí el consultorio médico del recinto amurallado. De esta forma, la última responsable de su funcionamiento ha sido la Administración regional. Sin embargo, según confirmaba el pasado mes de mayo el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el edificio de la calle San Agustín número 13 es Patrimonio Sindical Acumulado y su uso está cedido a los sindicatos Unión General de los Trabajadores y Comisiones Obreras, así como a la Federación Empresarial Segoviana, por una resolución de 27 de julio de 2011 del entonces subsecretario de Trabajo e Inmigración. En estos últimos cinco años, ni la propiedad ni los responsables de servicios sanitarios ni los nuevos destinatarios del inmueble se han pronunciado sobre el futuro del antiguo Policlínico. No hay constancia, tampoco, de que haya entrado algún técnico para revisar su estado. Las únicas que entran cuando quieren son las palomas. Los vecinos del recinto amurallado temen, incluso, que las aves puedan haber encontrado vías de acceso interior para pasar a su capricho por las distintas plantas del hospital, y no quieren “ni imaginar lo que puede haber allí”.
El colectivo Avras, a la vez que denuncia la existencia de una ventana sin cristales, —situada en una torreta que debió albergar la sala de ascensores—, por la que pasan las aves, también advierte del mal estado de la cubierta de la citada torre desde la que se originan frecuentes desprendimientos. Según ha explicado el portavoz de Avras, Pedro Montarelo, se produce un daño encadenado ya que los trozos que caen desde la torre a los tejados de las naves laterales del hospital ahuecan y rompen las tejas de estas cubiertas, provocando nuevos desprendimientos. Montarelo asegura que hace tiempo comunicaron esta situación a la Delegación Territorial de la Junta y al Ayuntamiento de Segovia. “Nos consta que el Ayuntamiento hizo ante la Delegación Territorial alguna gestión para que corrigieran esta situación o se les permitiera actuar dentro con el programa de eliminación de palomas sin que tuviera resultado positivo tal gestión”, comenta Montarelo.
“El deterioro del edificio —señala el portavoz de Avras—acompaña al deterioro de la esperanza de los vecinos que no entienden la inacción de las instituciones que ven morir el casco histórico con la misma pasividad con que se caen la hojas en otoño o se desertizan los campos en invierno”.
“La Junta no tiene responsabilidad sobre el edificio”
El delegado territorial de la Junta, Javier López- Escobar ha asegurado que la Administración regional “aunque quisiera hacer algo en el edificio del Policlínico no tendría facilidad para hacerlo”. López Escobar ha argumentado que se trata de un “inmueble propiedad del Estado y que el Estado ha cedido a los sindicatos y a la patronal”, por lo que “para bien o para mal, la Junta no tiene responsabilidad ahora sobre él”.
En todo caso, el delegado territorial considera muy complicado afrontar la rehabilitación y recuperación de este centro debido a sus dimensiones y a su estado. Asegura que “es muy grande para rehabilitarlo entero y requeriría una gran inversión” y tampoco ve viable una actuación parcial porque su estructura necesita una intervención general.
López Escobar defiende que los usos sanitarios que allí se prestaban están cubiertos con un buen nivel de calidad, valorado de forma “satisfactoria por los ciudadanos”.
