Decía la periodista Cristina López Schliffting en una columna en La Razón que no dudaba lo más mínimo de la honorabilidad del Duque de Palma y que tenía la más que fundada sospecha de que éste había sido embaucado por un personaje del que no se fiaba lo más mínimo: Jaume Matas, expresidente del Gobierno balear. Y todo lo basaba en el insultante lujo que pudo observar en el despacho de éste en una entrevista que le había hecho años antes.
Si esta teoría es cierta y Urdangarín fue vilmente engañado por el exministro de Medio Ambiente, igual habría que añadir dos nombres a la nómina de sospechosas manzanas podridas: Diego Torres y José Luis Ballester, Pepote.
El primero, al que acusa de haber cometido los delitos que a él se le imputan, lo conoció en un máster en dirección de empresas que hizo en Madrid poco después de anunciarse su compromiso oficial con la Infanta Cristina. Su escaso currículum motivó que la Casa Real le animara a engordarlo, y en un tiempo récord consiguió acabarlo. Sorprende que Urdangarín, como investigó cierto periódico de tirada nacional, fue siempre un mal estudiante desde niño, sobre todo, en Matemáticas.
Torres era una de los profesores del máster y consiguió ganarse la confianza del yerno del Rey para comenzar con sus negocios. Rápidamente se hicieron amigos, y lo cierto es que fue tanta la empatía que tuvieron que, como confesó ayer el exbalonmanista, a pesar del aviso de Zarzuela de que dejara sus negocios en 2006, dos años después seguía tratando con el hombre al que, según él, le ha traido la desgracia y el deshonor.
Caso muy distinto es el de José Luis Ballester, Pepote, que fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996 como regatista -en vela, en la clase Tornado-, y que era amigo de Iñaki Urdangarín desde 1985.
En 2003, el expresidente Jaume Matas le fichó como director general de Deportes -estuvo en el cargo hasta 2007-. Será determinante porque, años más tarde, pacta con la Fiscalía Anticorrupción un acuerdo de colaboración. Confiesa hechos, citas, personajes y firmas. Pepote tenía una relación de confianza con las infantas Cristina y Elena y, de manera especial, con el Príncipe Felipe, con quien compitió a menudo.
Este exdeportista fue la llave que abría las puertas con un «Iñaki me ha dicho». La frase figura en la causa penal, captada de un correo electrónico que recibió Pepote. La expresión coloquial la escribió un colaborador del Instituto Nóos de Iñaki Urdangarín que perseguía vender otro negocio deportivo al Gobierno balear. El Duque era supuestamente el conseguidor, Pepote el mediador y Matas el pagador. Este último le dio a su director de Deportes más poder que a sus propios consejeros, como está acreditado.
Ballester apareció en las portadas de los periódicos detenido y con esposas en agosto de 2009 al estallar el caso Palma Arena. Está en libertad bajo fianza de 50.000 euros, imputado por presunta malversación, prevaricación y falsedad, y es investigado por cohecho por unas obras en su chalé y otra operación inmobiliaria. Enfermó y está bajo control. Ajeno a la política, queda en segundo plano. Como se puede apreciar, Urdangarín no se rodeó de buenas compañías.
