Las autoridades noruegas cerraron anoche el tráfico aéreo en la zona norte del país y esta madrugada extendieron la medida a varias áreas, mientras el aeropuerto de Gardemoen (Oslo) continúa funcionando parcialmente.
La medida ha afectado al primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, que permanece en EUUU tras acudir a una cumbre atómica, y al príncipe heredero Haakon, parado en Londres a la vuelta de una visita a Qatar.
En Suecia sólo se ha cerrado al tráfico aéreo en la zona norte, aunque las autoridades prevén que el cierre se extienda al resto del país en las próximas horas, al igual que ocurre en Dinamarca, por miedo a que las cenizas volcánicas dañen los motores de los aviones.
La paralización del tráfico aéreo podría afectar también a Finlandia y al norte de Rusia, según las previsiones de las autoridades islandesas.
En Islandia no circulan aviones en el norte y en el este del país, pero sí continúa abierto sin problemas el aeropuerto internacional de Keflavik, ya que se encuentra al oeste del volcán y las cenizas se desplazan en dirección opuesta.
Alrededor de 800 personas residentes en la zona próxima al volcán permanecen evacuadas desde ayer, y la mayoría han sido alojadas en un refugio de la Cruz Roja en Hvolsvellur.
La corriente de lava, mezclada con hielo derretido del glaciar, ha provocado un aumento del nivel de agua de uno a dos metros, lo que ha obligado a los equipos de rescate islandeses a abrir zanjas en los caminos para evitar que sufran daños varios puentes.
Los expertos calculan que esta erupción es diez veces superior a la del vecino volcán Fimmvorduhals, producida a finales de marzo y que se apagó apenas la semana pasada.
El mayor temor es que estas erupciones sean un adelanto del estallido del volcán Katla, de mayor potencia, como ha ocurrido otras veces.
Islandia es una isla formada por la actividad volcánica y todavía cuenta con numerosos volcanes subterráneos activos; el más conocido es el Hekla, que entró en erupción por última vez hace diez años.