Mariano Rajoy no pudo cumplir su objetivo de convocar un gran acto público antes de diciembre de 2009 para presentar con alharaca a los candidatos a las alcaldías de las principales capitales y a los Gobiernos autonómicos. La situación judicial de Francisco Camps ha tenido mucho que ver con el retraso, aunque ahora surge un nuevo problema en otro escenario: la rama asturiana.
Cada vez que se han celebrado elecciones, municipales o generales, se ha especulado con la posibilidad de que Francisco Álvarez Cascos decidiera regresar a la política activa, pero en ninguna de ellas dio el paso. El ex secretario general del partido es uno de los políticos más queridos en el PP, se le considera una persona decisiva en el triunfo de 1996 y, a pesar de su fuerte carácter, siempre ha defendido a capa y espada a su gente. Tampoco esta vez ha movido ficha, ni ha dicho a Rajoy que deseaba ser candidato, pero se le han advertido gestos que indicaban que podría estar a punto de pedir un encuentro con el presidente para decirle que estaba a su disposición, o lo que es lo mismo, indicarle que estaba deseando ser candidato.
El líder, que ha hablado con él varias veces en las últimas semanas, encargó hace poco una encuesta para pulsar cómo recibirían los asturianos a distintos candidatos, y el resultado a su favor fue abrumador. Incluso, destacados dirigentes de la formación en el Principado se dirigieron directamente a la dirección nacional expresando su deseo de que Cascos fuera el candidato.
Portazo de última hora
Pero, cuando todo parecía claro, llega la noticia de que en Asturias se han reunido las direcciones regionales y locales y han decidido que no le quieren. Lo curioso del caso es que detrás de esa operación de rechazo se encuentra el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, uno de los que aparentemente estaban con él.
En Génova están sorprendidos. Ana Mato, responsable de Organización, recibe docenas de llamadas de asturianos que expresan su apoyo al ex ministro de Fomento, pero la situación es más complicada de lo que parece. En el PP, los candidatos los proclama la dirección nacional a propuesta de las regionales, pero también es el comité electoral el que elabora las listas.
Por otra parte, las reuniones mantenidas en esta Comunidad no eran oficiales, así que sus decisiones no tendrían que ser tomadas en consideración. Pero en Madrid, donde conocen muy bien a Álvarez Cascos, piensan que a la vista de ese rechazo él mismo se negará a ser candidato, probablemente aunque se lo pidiera el propio Rajoy. Por tanto, la situación se ha complicado extraordinariamente, aunque en el entorno del mandatario no lo dan todo por perdido. Quizá el verano apacigüe algunos ánimos y baje los humos a ciertos dirigentes del Principado que no quieren perder su influencia, y quizá Cascos decida pelear por la candidatura si le convencen de que, a pesar de las decisiones de las direcciones, cuenta con muchos partidarios.
Valencia
El otro foco de atención es, como ocurre desde hace año y medio, Valencia. Mariano Rajoy piensa que la situación se resolverá por sí sola, pero en el PSOE están seguros de que en octubre o noviembre se producirá alguna resolución judicial perjudicial para el actual presidente de la Generalitat. Así se lo han advertido a algunos dirigentes, y nadie se atreve a dar ningún paso hasta saber cuál es el terreno en el que se mueve Francisco Camps.
El líder del PP, más sereno respecto a ese asunto de lo que podría pensarse, tiene la teoría de que no hay que preocuparse por hacer el anuncio oficial, porque ya es el candidato y todo el mundo sabe que lo es. Cuando se le indica que si sufre un revés judicial no podría presentarse como cabeza de cartel, Rajoy responde que si llegara esa situación se actuaría en consecuencia, pero probablemente sería el propio president el que diese un paso atrás.
Mientras tanto, desde Génova se niegan a pensar en otro nombre, aunque circulan varios y no hay día en que se añadan nuevos a la lista, que hoy encabeza una Rita Barberá que no quiere ni pensar en esa candidatura, y desea fervientemente mantenerse como candidata al Ayuntamiento de la capital del Turia, no solamente porque el cargo le apasiona, sino también, y sobre todo, porque si le pidieran ser aspirante a la Generalitat significaría que su amigo Camps se encontraría en una situación muy difícil.
Rajoy se ha ido de vacaciones con buen ánimo por la forma en que se desarrolló el Debate sobre el Estado de la Nación y las encuestas que, por primera vez, le dan ganador por la mínima. Pero deja atrás dos asuntos importantes sobre los que reflexionar. Lo hará en Galicia, aunque la solución no depende únicamente de él: está en la mano de los magistrados en un caso, y en el otro, en las ganas de Cascos de luchar contra el desafecto de algunos de sus antiguos amigos de Asturias.
