La reanudación de las obras de reforma del Teatro Juan Bravo han devuelto la inquietud a los comerciantes y habitantes del primer tramo de la Calle Real.
El temor regresa un año después de que se produjeran algunos desprendimientos en la Casa de los Picos, inmueble anexo al Cervantes. Además se registraron en esas fechas humedades que afectaron a las oficinas del Centro de Recepción de Visitantes y que obligaron al traslado de algunos funcionarios a la Casa de la Tierra, donde están en la actualidad.
Las vibraciones han vuelto a la zona. La empresa que lleva a cabo las labores de cantería están picando la roca, excavando y retirando toneladas de la piedra. Los ruidos y las vibraciones se transmiten a todo el bloque sobre el que se asientan las viviendas de la zona y piensan los efectos que tuvieron los trabajos hace unos meses.
Algunos de los propietarios han expresado su preocupación por las consecuencias que pueden tener las labores que se ejecutan. Varios de los negocios situados en la zona tienen como pared de fondo la propia roca.
Esta inquietud ha sido trasladada al Ayuntamiento, que ha enviado a la Policía Local la incidencia y los agentes han llevado a cabo varias pruebas de sonido para comprobar si el ruido detectado supera los niveles permitidos. Los decibelios han sido medidos en distintos horarios con el fin de realizar pruebas de contraste.
Juan Carlos Bayón, uno de los dueños de los negocios, asegura que aparte de las molestias que se están generando a comercios y clientes, a la hora de efectuar su actividad comercial cotidiana, las obras pueden suponer “un riesgo alto de que está cantera afecte no solo a nuestra propiedad y las adyacentes, sino a la propia muralla y al torreón”.
Manuela Álvarez, vecina del barrio de San Millán, denunció el año pasado que llevaba ocho meses con filtraciones, humedades y goteras por las paredes y cimientos de su vivienda.
Sus quejas coincidieron en tiempo con la reubicación de los trabajadores del Centro de Recepción de Visitantes por filtraciones en el edificio y el desplome de uno de los techos en la Casa de los Picos, así como las molestias de vibraciones que notificaron locales de la Calle Real y el agravamiento de las humedades del talud de la bajada de La Canaleja. Se comentó entonces la posibilidad de que todos los problemas procedieran de las obras que se habían estado ejecutando en el teatro Cervantes.
Los trabajos en esta zona se retomaron pasadas las navidades, después de un largo parón que se produjo en diciembre de 2022.
La aparición de roca a menor cota de la prevista en el estudio técnico habían obligado a paralizar la obra de rehabilitación del edificio durante nueve meses.
Los locales colindantes a la muralla, establecimientos comerciales y viviendas de la Calle Real, experimentaban vibraciones y ruidos. Era necesario modificar el proyecto para dar con una solución a este problema, pues protagonizó numerosas quejas.
Tanto el Ayuntamiento como la empresa adjudicataria de los trabajos llevaron a cabo, con representantes del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma), una visita a una de las viviendas de la calle Canaleja que podría estar afectada por humedades cuyo origen pudiera estar en filtraciones derivadas de la excavación ejecuta en el interior del recinto del Cervantes.
Las humedades también afectaron al Centro de Recepción de Visitantes, que tuvo que cerrar algunas de las dependencias y trasladar a los funcionarios a otro punto.
Ahora han regresado las molestias y se teme por el resultado puesto que la excavación es aún más profunda. Los trabajos se centran en la cimentación del futuro edificio, lo que, a juicio de los técnicos, debería ser suficiente para atajar cualquier filtración. Una vez que se terminen las extracciones de material, se ejecutará la impermeabilización del terreno excavado y de la solera. “Con los cimientos puestos no habrá riesgo de fugas de agua”, aseguró hace unasa fechas la subdelegada del Gobierno, Marian Rueda, quien acompañó a los técnicos en la visita.
Pero ya entonces se reconoció que no había certeza sobre el origen de las humedades y las filtraciones de agua.
Sobre este aspecto, el alcalde de la ciudad, José Mazarías habló este jueves de la nueva concesión de licencia urbanística de las obras contenidas sobre la rehabilitación del Teatro Cervantes . Incluía la instalación de una grúa-torre dentro de la parcela privada donde se están ejecutando las obras.
Según el alcalde, se trata de un segundo modificado del proyecto inicial que “no conlleva cambios sustanciales”. Sin embargo sí apuntó que las diferencias se refieren a una reducción en la superficie de la planta sótano, donde “se ha retranquedado la zona de actuación de la zona de la muralla”. Con ello se pretende “favorecer la protección de la cimentación de la muralla y las calles adyacentes”. “Varían algunas de las distribuciones de las salas del proyecto contempladas originariamente”, reconoció.
A comienzos de mes, el Ayuntamiento cortó el tráfico rodado en la calle Obispo Gandásegui y suprimió los aparcamientos en las calles Domingo de Soto e Ildefonso Rodríguez para facilitar la entrada y salida de los vehículos. Además era preciso para el transporte de la grúa y su posterior instalación para las obras del teatro Cervantes, que ya está montada.
Si todo marcha según lo previsto, las obras concluirán a mediados del año 2026.
