El borrador de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans ha abierto un debate en el mundo del deporte que necesita de un profundo debate. Afortunadamente, las personas que deciden cambiar de sexo ahora tendrán más facilidad para hacerlo.
Sin embargo, en el mundo del deporte esta situación puede provocar alteraciones en el desarrollo de las competiciones, especialmente en los cambios de hombre a mujer. Si ya tenemos casos en los que es difícil determinar si los logros que consigue tal atleta son consecuencia más de su alteración cromosómica o de su alta producción de testosterona que del entrenamiento, ahora se van a dar circunstancias todavía más problemáticas. En este sentido, el reglamento del COI ya no obliga a que tengan que realizarse operaciones quirúrgicas, aunque sí establece un máximo de 10 nanogramos de testosterona por milímetro de sangre para poder competir como mujer.
Por supuesto que a nadie se le debe impedir realizar la actividad deportiva que más le guste, independientemente del sexo que declare tener, y realizarla al máximo nivel. Sin embargo, cada caso debe ser valorado de manera particular. La igualdad de condiciones también debe velar por evaluar el nivel de hormonas masculinas que se generan, que no sólo influyen en la fuerza y la potencia generadas, sino que permiten aguantar entrenamientos más duros y prolongados en el tiempo.
Estas observaciones a la Ley han de tenerse en cuenta en aras a conseguir esa equidad de oportunidades que toda persona debe poseer. El cambio de sexo empodera a quien siente la necesidad de hacerlo, pero no debe favorecer las injusticias en el deporte.
